Columna de Eduardo Muñoz: SQM y sus accionistas, nada nuevo bajo el sol

Por Eduardo Muñoz

02.05.2024 / 11:11

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El director de la Escuela de Administración Pública de la Universidad de Valparaíso se refirió al conflicto entre SQM y Tianqi, indicando que la situación “no debiese sorprender a nadie”. El estilo audaz y controversial de la minera, “ha dejado una marca indeleble en esta compleja relación corporativa, donde los intereses personales a menudo han prevalecido sobre los principios de transparencia y legalidad”, expresó.


Históricamente, la historia de SQM y sus accionistas ha estado marcada por los desencuentros y las pugnas por el control empresarial. Lo que sucede hoy con la empresa Tianqi, no debiese sorprender a nadie, porque realmente no hay nada nuevo bajo el sol. El relato de tensiones se remonta al año 2001, cuando la empresa canadiense Potash Corporation inició su intento por adquirir acciones de la serie A, mayoritariamente en manos de Julio Ponce a través de Calichera, quien poseía el 25% de SQM.

En ese entonces, Potash adquirió un 18% de SQM, lo que representaba un 33% de las acciones de la serie A y, para 2004, aumentaron su participación al comprar acciones de Israel Chemical, alcanzando el 32% de la empresa.

Luego, entre 2006 y 2007, Ponce intentó incrementar su influencia en las acciones de la serie A, sin lograr superar a Potash. La situación cambió con un acuerdo con la empresa japonesa Kowa. Potash y las AFP alegaron que este acuerdo violaba el estatuto interno de SQM, que limitaba la participación accionaria directa o indirecta a un máximo del 32%. Es fundamental recordar, que aquel acuerdo inicialmente daba a Kowa y Ponce control sobre cuatro de los ocho votos en la directiva, con un voto de desempate a cargo del presidente de SQM, entonces ocupado por Ponce. Esta controversia se resolvió en 2007, eliminando el voto dirimente del presidente y requiriendo el consenso de cinco de los ocho directores para las decisiones.

Más adelante, producto de los aportes irregulares a campañas políticas, aumentaron las tensiones entre Potash y SQM -por la falta de cooperación de Ponce con la justicia- conflicto que terminó con la renuncia de Ponce a la presidencia en 2015, y la llegada de su hermano Luis Eugenio al cargo un año después.

En 2017 Nutrien Ltd (fusión de Potash con Agrium Inc), forzó a Potash a vender su 32% en SQM y luego en mayo de 2018 vendieron un 24% más, lo que representaba el 44% de las acciones totales de la serie A. Al día siguiente, SQM convocó una junta extraordinaria para modificar sus estatutos e incluir un artículo que cambiaría la estructura de voto para aquellos que adquirieran más del 37.5% de las acciones de serie A, permitiendo al Grupo Pampa equiparar el poder de voto con el nuevo dueño del paquete accionario.

Nutrien acusó a SQM de interferir en la transacción, alegando una obstrucción a las normas del Estado de derecho, ya que las empresas cotizadas no deberían intervenir en decisiones exclusivas de sus accionistas.

¿Qué nos sorprende? Verdaderamente, no hay nada nuevo bajo el sol de Ponce. Los conflictos recientes son solo el último capítulo de una narrativa que revela la persistente ambición por mantener el control de la empresa. Su estilo audaz y controversial ha dejado una marca indeleble en esta compleja relación corporativa, donde los intereses personales a menudo han prevalecido sobre los principios de transparencia y legalidad.