Por Silvia Baeza

En nuestras conversaciones cotidianas es común escuchar esta expresión. También existen “personas —hay que” que comentan lo que debe hacerse, sin pasar nunca a la acción.

La agenda pública está plagada de declaraciones que incluyen la expresión “hay que”: Hay que combatir la delincuencia, hay que preocuparse por el medio ambiente, hay que mejorar la educación.

Los desafíos son grandes, uno de ellos es la participación laboral femenina y las brechas que aún persisten en la sociedad chilena entre hombres y mujeres. Sabemos desde hace tiempo que es necesario aumentar la participación, abrir más oportunidades y avanzar en políticas públicas. Los gobiernos han dado pasos en áreas sociales, como el postnatal, y regulatorias, como la incorporación de indicadores ASG para las compañías reguladas por la CMF. En 2022, el FMI estimó que, si todo sigue igual, se necesitarán 132 años para cerrar la brecha de género a nivel mundial.

En términos de visibilidad del talento femenino, un reciente informe de Llorente y Cuenca nos muestra el desafío pendiente en los medios de comunicación. Después de analizar, entre otras variables, más de 14 millones de noticias en 12 países, concluye que hay 2,5 veces más noticias sobre hombres que sobre mujeres, la mención explícita al género es 2,3 veces más frecuente para ellas y hay un 366% más de menciones a la familia cuando se habla de mujeres. Y no solo eso, el referente de mujer reflejado es de éxito y excepcionalidad. Según el informe, parece que las mujeres necesitan hacer algo extraordinario para estar en las noticias.

En nuestro país, un reciente libro del CEP, Disparidad bajo la lupa, una radiografía a las brechas de género en Chile un imperdible para quienes creen que “hay que” hacer algo, analiza las brechas existentes en diversos aspectos. Nos detendremos en la laboral, en la que nuestro país se encuentra en el lugar 105 de los 146 países que conforman el índice elaborado por el FMI. Nos debe interpelar lo expresado por sus editores en el sentido de que “las dificultades en el acceso al mundo laboral y las bajas remuneraciones conllevan consecuencias inmediatas y de largo plazo en la vida de las mujeres. Ellas repercuten en su nivel de bienestar, puesto que tienen probabilidades más altas de caer en la pobreza y tener pensiones más bajas para la vejez”.

Las empresas han buscado formas de disminuir esta brecha con iniciativas como metas de dotación, exigiendo la incorporación de mujeres en sus procesos de reclutamiento y capacitando a sus colaboradoras. Todo esto es sin duda muy positivo. Pero “hay que” avanzar con mejor ritmo, porque no tenemos 132 años. Necesitamos conectar el talento femenino con las organizaciones que quieren salir del “hay que” y contribuir a la equidad de género, agregando valor y diversidad a sus equipos. Cada punto adicional de participación femenina, según Clapes UC (2020) aumenta en un 0,5% el PIB. Es por tanto una tarea urgente para el desarrollo de Chile. No solo “hay que” generar empleo, debemos conectar talento para aportar en distintas áreas. “Hay que” visibilizar la capacidad y trayectoria de las mujeres, depositarias del 50% del talento y que representan un potencial de crecimiento para Chile que no podemos desperdiciar.

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