Por Camila Flores
agencia uno

Esta semana la Convención Constitucional cumplió un mes desde el inicio de sus funciones. Dentro de este primer período se han realizado 13 sesiones plenarias, más de 115 votaciones, y más de 230 horas de trabajo en sala.

Más allá de que en los primeros días los problemas técnicos -que le costaron el puesto al ex secretario ejecutivo Francisco Encina-, polémicas por contratos millonarios para la inauguración e instalación de la convención, y la falta de condiciones e infraestructura para realizar el ejercicio de escribir una nueva Carta Magna, considero que, hasta el momento, esta relevante instancia constitucional ha sido muy similar a un show televisivo o un matinal de los antiguos (antes que cambiaran su línea editorial a raíz del 18 de Octubre del 2019 o revuelta social).

Dimes y diretes entre convencionales, peleas entre la mesa directiva y algunos integrantes de la constituyente, falta de acceso de los medios a las sesiones, insinuaciones de censura, falta de representatividad sobre algunos dichos de la directiva, lucha de poderes como en la serie Juego de Tronos (Game of Thrones), un convencional formalizado por contrato falsificado, palabras en lengua originaria, convencionales comiendo en las escaleras del ex Congreso Nacional, y algunos disfrazados como personajes de series animadas o animales extintos de la era jurásica, entre otros.

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En concreto, no existen muchos avances hasta hoy y, pese a que se entiende que este órgano constituyente partió desde cero, por lo que pese a que se están armando sus reglamentaciones, ordenamientos y normativas, conformando de comisiones, maneras de votar y llegar a acuerdos, protocolos sanitarios para trabajar en medio de la pandemia de COVID-19, entre otros, no veo que se estén efectuando los esfuerzos necesarios para avanzar en la tan anhelada redacción de la Carta Fundamental, que fue la decisión que tomaron los chilenos en el plebiscito del 25 de octubre del 2020.

Desde mi punto de vista, estos problemas o malentendidos que han ocurrido y la lenta puesta en marcha de la Convención Constituyente se debe a algo bien claro: la falta de representatividad de algunos de los elegidos. Por eso vuelvo a resaltar, como ya lo he hecho en otras ocasiones, la importancia de ir a votar y concurrir a las urnas para evitar que unos pocos decidan por la mayoría, y pasen situaciones bochornosas como ésta.

En este contexto, cabe recordar que en las elecciones de los convencionales de los días 15 y 16 de mayo de 2021, votaron casi 6.5 millones de los cerca de 15 millones de chilenos que podían realizarlo, alcanzando una participación del 43% del padrón total, según los datos entregados por el Servicio Electoral.

Estas cifras son negativas para nuestra democracia, y demuestran el poco interés de la ciudadanía por los procesos electorales desde que comenzó el voto voluntario, que según mi punto de vista fue un gran error histórico que está siendo enmendado en el Congreso con la aprobación de la reposición del voto obligatorio en la Cámara de Diputados y ahora falta la discusión en el Senado, por lo que comenzaría a regir en las elecciones presidenciales en conjunto con las de diputados, senadores y consejeros regionales (CORE) del 21 de noviembre de este año.

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