Por Camila Flores
Agencia Uno

En medio de los vaivenes políticos que nuestro país ha experimentado en los últimos años, es necesario reflexionar sobre el camino que elegimos para resguardar la estabilidad que tanto necesitamos.

Tras el reciente rechazo ciudadano por segunda vez a una nueva Constitución, la incertidumbre respecto a posibles cambios constitucionales persiste, generando un clima de inestabilidad política y económica que no podemos permitirnos.

En este ánimo de evitar seguir en el mismo panorama de los últimos cuatro años, propuse elevar el quórum necesario para realizar modificaciones a la Constitución y otras leyes, restaurando así un marco sólido que contrarreste la incertidumbre que se cierne sobre nuestra nación.

La actual situación exige respuestas rápidas y decisiones certeras para atender las demandas más apremiantes de la ciudadanía y así no perder el tiempo en propuestas antojadizas con razones ideológicas de fondo.

Los chilenos han expresado su voluntad en dos ocasiones, rechazando la opción de una nueva Constitución. Este mensaje debe ser entendido como una señal clara de que la población anhela soluciones concretas a sus problemas, y no desea prolongar debates que generan más inestabilidad país.

La incertidumbre política y económica derivada de estas discusiones prolongadas solo contribuye a aumentar la ansiedad y la desconfianza en nuestras instituciones.

Mi propuesta, al elevar el quórum a 3/5, busca evitar cambios impulsivos y garantizar que cualquier modificación se realice con la participación de todos los sectores y con amplias mayorías. Este enfoque, lejos de ser un obstáculo, es una salvaguarda para evitar decisiones precipitadas que puedan afectar la estabilidad de nuestra nación.

Además, es crucial destacar que el tiempo invertido en debates constitucionales podría aprovecharse de manera más efectiva para abordar la crisis de seguridad que la ciudadanía demanda con urgencia.

La inseguridad es un problema apremiante que requiere atención inmediata, y dedicar recursos y esfuerzos a discusiones prolongadas sobre la Constitución no hace más que postergar la resolución de los problemas reales que afectan a nuestros ciudadanos.

En este sentido, insto a considerar la urgencia de actuar de manera decisiva frente a los desafíos que enfrentamos. Es hora de priorizar la estabilidad y la seguridad de nuestros ciudadanos por sobre debates prolongados que solo contribuyen a la inestabilidad y la división.

La ciudadanía nos exige respuestas concretas y soluciones tangibles, y como representantes, debemos responder con prontitud y eficacia.

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