Por Andrés Giordano y Tamara Muñoz
Agencia UNO

Queremos hacer cambios legales que empujen cambios culturales, para que la equidad, la corresponsabilidad y el trabajo decente sean consenso en nuestro país. En ese sentido, hoy buscamos resguardar las condiciones de las y los teletrabajadores, permitiendo que puedan conciliar su vida familiar, personal y laboral, no solo en tiempos de emergencia, sino como un derecho laboral establecido, reconociendo además el rol de cuidadoras que desempeñan principalmente las mujeres.

El teletrabajo se ha convertido en una realidad, especialmente desde la pandemia de COVID-19; previo a esta, solo el 1% de los y las personas trabajaban desde su casa, pero una vez comenzada la crisis sanitaria, el 95,3% de las empresas en Chile implementó en algún porcentaje el teletrabajo. Aquí, son mayoritariamente las mujeres quienes se desempeñan laboralmente desde sus hogares, en un 27%, versus un 15% de hombres.

Sin embargo, la implementación de la Ley de Teletrabajo actual, ingresada justamente en pandemia por el gobierno de Sebastián Piñera -aprovechándose de la contingencia y sin considerar la voz de las organizaciones sindicales-, es insuficiente porque no considera las condiciones en las que se trabaja y las deja a libre albedrío del empleador, abriendo la puerta a la precarización, algo que debemos atender urgentemente. Más ahora que, aunque terminada la pandemia, hay un alza importante de los virus respiratorios, afectando principalmente a niñas y niños, quienes deben ser cuidados y nuevamente esa responsabilidad recae en un 68% sobre las mujeres.

Aquí es importante una prevención, el teletrabajo es una modalidad laboral más, no la llave que resolverá la crisis de cuidados como se ha pretendido instalar. Primero, porque “beneficia” a un sector muy acotado del mundo del trabajo -no le es aplicable, por ejemplo, a quienes se desempeñan en labores exclusivamente presenciales como el retail, servicios o comida rápida-. Segundo, porque su aplicación como herramienta para compatibilizar labores de cuidado, es muy diferente si se tiene un sueldo que alcance para pagar a un tercero que lo realice, a que si se trabaja con una remuneración que obliga a realizar ambas labores simultáneamente. Y tercero, sobre lo mismo, porque no se puede normalizar esto último, que ambos trabajos -el remunerado y no remunerado- coexistan simultáneamente; por el contrario, buscamos que lo hagan armónicamente.

Por otro lado, factores como trabajar a distancia en un lugar no habituado ni adecuado para hacerlo, en desconexión con compañeros y compañeras de trabajo, sin recibir información sobre los sindicatos que existen, son todos riesgos que pueden impactar negativamente en la calidad del empleo y la salud laboral.

Por todo lo mencionado, es necesario modificar la Ley de Teletrabajo desde una perspectiva de derechos laborales que reconozcan las labores de cuidado. Así, buscando garantizar un teletrabajo decente y hacernos cargo de la realidad de que las mujeres son quienes mayormente deben compatibilizar trabajo remunerado y cuidados, presentamos un proyecto de ley junto a la Federación de Trabajadores/as de Call Center (FETRACALL) para modificar esta normativa.

Nuestra iniciativa establece, entre otras cosas, un monto para el pago de insumos como internet y luz; protección ante sanciones por fallas tecnológicas; respeto a la libertad sindical y al rol del sindicato; aumento del tiempo para adecuarse al retorno al trabajo presencial de 30 días como es hoy, a 60; y garantía del derecho a una jornada laboral (y su reducción a 40 horas) complementada con el derecho a su libre distribución para quienes realicen labores de cuidado.

Esto último busca terminar con el abuso que supone la exclusión de jornada -vale decir, que empleadores pudiesen exigir jornadas laborales sin tope semanal-, reconociendo las labores de cuidado como una causal de derechos laborales nuevos, lo que va en directa relación con el enfoque de corresponsabilidad de las medidas de Conciliación Trabajo, Vida Personal y Familiar, anunciadas por el presidente Gabriel Boric en la cuenta pública y reafirmadas por la ministra de Trabajo y Previsión Social Jeannette Jara.

Éstas buscan que el Código del Trabajo se haga cargo de las y los trabajadores que ejerzan una labor de cuidado, ya sea de hijos e hijas, o de cualquier persona dependiente de forma permanente o transitoria, porque está claro que es un rol que impacta en su desempeño y estabilidad laboral, ya que no existen medidas de conciliación efectivas. Para eso, se ha comprometido definir y acreditar a las trabajadoras o trabajadores que ejerzan labores de cuidado no remunerado.

Asimismo, que el Código considere jornadas de trabajos híbridas de teletrabajo y presencialidad; turnos o permisos para acompañar a familiares a controles médicos, citaciones del colegio o situaciones de emergencia; prevención de riesgos laborales asociados al teletrabajo para quienes desarrollen labores de cuidado no remunerado; e incorpore los principios de parentalidad positiva y corresponsabilidad social, promovidos por la UNICEF y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), apuntando a consagrar el trabajo decente en nuestro país.

También que, mediante negociación colectiva por parte de las organizaciones sindicales respectivas, se pueda reducir transitoriamente la jornada laboral en el período de las vacaciones escolares, para trabajadores con responsabilidades familiares de cuidado. Y que se cambie el título del artículo “De la protección a la maternidad, paternidad y vida familiar” a “De la protección a la conciliación de la vida personal, familiar y laboral”, lo que va en línea con las orientaciones de la OIT, buscando ampliar estos conceptos a políticas futuras.

Otra medida de conciliación importante propuesta por el Gobierno es Sala Cuna para Chile, eliminando la discriminación hacia las mujeres, equiparando este derecho para trabajadores y trabajadoras independientemente del tamaño de su empresa, removiendo la restricción que hoy existe de mínimo de 20 trabajadoras para acceder a este derecho.

Lo anunciado por el Gobierno sumado al proyecto de ley que ya presentamos en la Cámara, ambas iniciativas que recogen la voz de organizaciones de mujeres feministas y madres, permitiría a las y los trabajadores organizar su tiempo de trabajo de acuerdo con sus responsabilidades familiares y personales, sin comprometer su desempeño laboral ni su acceso al mercado laboral, un punto importante considerando que la participación laboral de las mujeres disminuyó durante la pandemia y hoy es de un 46,7%, versus un 65,8% de los hombres; y que casi el 40% de las personas reconocidas como cuidadoras son además jefa o jefe de hogar.

De aprobarse y concretarse ambas propuestas, sería un paso importante en el cambio cultural hacia una sociedad donde las labores domésticas y de cuidados se repartan de manera equitativa.

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