Por Adriana Noreña

Mandy es una joven profesional de Oregon que siempre se sintió cautivada por un tapiz que tenía su abuela. Era una imagen típicamente latinoamericana, que con vívidos y coloridos retazos de tela cosidos entre sí, representaba una escena cotidiana de la vida en la montaña.

Hoy, esta obra de arte se encuentra en la casa de su tía, y siempre que Mandy está de visita comentan sobre su belleza y recuerdan con cariño los momentos compartidos con su abuela ya fallecida. Decidida a conocer más sobre esa curiosa forma de arte, Mandy hizo diferentes búsquedas en Internet, pero no pudo encontrar nada. Entonces, le pidió a su tía que le enviara una foto del tapiz y utilizó la aplicación de reconocimiento de imagen de Google Lens. Recién allí, la historia se le reveló completa.

Los resultados de la búsqueda hecha con Google Lens le mostraron rápidamente que se trataba de una “arpillera”, una particular forma de arte mediante la cual las mujeres chilenas solían representar, en los años 70 y 80, la opresión y las injusticias provocadas por la dictadura de Augusto Pinochet.

La práctica se expandió luego a otros países de la región, donde adoptó otras formas, temas y motivos, y así Mandy pudo dar con una familia peruana que, hasta el día de hoy, hace de las arpilleras su principal fuente  de ingresos. Mandy tiene ahora la suya colgada en la pared de su casa. Es una obra muy potente desde lo emocional, porque conecta con una larga línea de mujeres dentro de su propia familia y con aquellas mujeres de la región andina.

En tiempos en los que se debate apasionadamente y saludablemente qué rumbo debe tomar la inteligencia artificial, es importante destacar “pequeñas” grande historia como la de Mandy y su familia. Lo cierto es que todos los días millones de personas en todo el mundo usa cotidianamente -sin ser necesariamente conscientes de ello- la inteligencia artificial para producir contenidos y comunicarse, aprender y descubrir cosas nuevas, rescatar tradiciones y resignificar elementos de sus vidas que, de no ser por las tecnologías que tenemos hoy, seguirían desconectados, quizás para siempre.

Esto no es algo del futuro, ocurre todos los días y muy posiblemente nuevas conexiones estén generándose gracias a la tecnología y a la inteligencia artificial mientras yo escribo estas líneas y tú las lees.

Más allá del impacto que la IA tiene en el mundo de los negocios, la publicidad y el marketing, donde estamos viviendo un verdadero punto de inflexión (se estima que la IA puede generar un valor económico potencial de entre 17 y 25 billones de dólares por año a nivel mundial, en poco tiempo más), siempre pensé que la tecnología es fundamental también para igualar oportunidades y empoderar a grupos que necesitan mejorar su representatividad social y aumentar su influencia, como sin duda ocurre con las mujeres todavía en gran parte del mundo.

Este año, para la conmemoración del 8M, la ONU resalta la importancia de invertir en las mujeres para acelerar el progreso. La tecnología se presenta como una aliada para la inclusión y apostar por la equidad digital. Gracias a mi trabajo, conocí de primera mano increíbles historias de mujeres de nuestra región. Por ejemplo, las que son parte del programa local “Emprendedoras Conectadas” que ha capacitado a más de 1.700 emprendedoras en Chile en habilidades digitales para mejorar sus micronegocios y progresar

La tecnología está cambiando nuestras vidas y muy especialmente las de las mujeres, a quienes está ofreciéndoles nuevas oportunidades de desarrollo, expresión y conexión. De esto habla nuestro Doodle, que hoy homenajea esa sabiduría que se trasmite a través de las generaciones. La historia de Mandy es apenas un ejemplo que muestra cuánto podemos hacer las mujeres si aprovechamos nuestra inteligencia y la artificial combinadas para descubrir cosas nuevas, desarrollarnos y eventualmente cumplir con nuestros objetivos.

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