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La crisis en Nicaragua centró el debate de este viernes en el Consejo permanente de la OEA en Washington, donde fue presentado el último informe de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que cifró en 212 los muertos.

Las instancias de diálogo por ahora no prosperan y la preocupación crece en la comunidad internacional, que exige al presidente Daniel Ortega terminar con la represión, que además de las víctimas fatales, deja un total de más de mil heridos y unas 500 personas detenidas.

Estados Unidos exigió en la OEA por primera vez elecciones anticipadas en Nicaragua, pero el régimen sandinista rechazó las denuncias y habla de factores desestabilizadores.

El canciller Denis Moncada dijo que “el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional de Nicaragua rechaza de manera integral el informe presentado por la CIDH por considerarlo subjetivo y sesgado“.

Ya van dos meses de incesantes protestas por la crisis que se arrastra desde el 18 de abril, cuando la ciudadanía salió en masa a rechazar una fallida reforma a las pensiones.

Hasta ahora la Iglesia ha intentado, sin éxito, mediar en la crisis. Las mesas de diálogo se quiebran a los pocos días de instaladas y las instancias políticas por el momento han fracasado.

El presidente Daniel Ortega y su esposa gobiernan el país desde hace casi 12 años, tiempo suficiente para generar un cambio, dice la oposición, que seguirá en las calles a pesar de los más de 200 muertos que deja la crisis.

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