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A todo el drama y los problemas que dejó el paso del tifón en Filipinas, ahora preocupa la situación sanitaria por el posible brote de enfermedades.

Tras el devastador paso de uno de los tifones más destructores del último tiempo, en Filipina las zonas más afectadas quedaron prácticamente con todo su sistema de agua potable destruido. A ello se suma la escasez de alimentos de primera necesidad y el colapso de los servicios médicos.

Por estos motivos es que la Organización Mundial de la Salud envió al país asiático cuatro equipos para atender emergencias y realizar 400 intervenciones quirúrgicas.

Unicef, en tanto, envió atención médica para tres mil familias y una serie de medicamentos para tratar los casos más complicados de diarrea. En todo caso, la ayuda entregada hasta ahora sólo alcanza a cubrir un porcentaje mínimo de los casi 10 millones de afectados que dejó el tifón.

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