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(CNN) – El 15 de enero se produjo el derrame de más de 10 mil barriles de petróleo en las costas de Ventanilla en Perú. La empresa que operaba la refinería La Pampilla se encuentra en la mira del Gobierno y de la Justicia por este desastre ecológico.

La bahía de Ancón, a más de 20 kilómetros al norte de Ventanilla, es limpiada prácticamente piedra por piedra de los restos de petróleo que dejó el derrame del hidrocarburo.

La corriente llevó la marea negra a decenas de kilómetros al norte de su punto de origen. Desde ese día, la vida para la gente de mar parece haber entrado en una pausa.

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A un mes el derrame sigue siendo muy difícil calcular la real magnitud del daño causado al ecosistema. El derrame afectó a reservas naturales protegidas por el Estado, según la cuenta oficial solo en estas reservas habían más de 200 aves marinas muertas y más de 900 afectadas por el petróleo derramado.

“Aún todavía el resto oleoso está impregnado en las paredes de todos los acantilados. Y eso hace que el ecosistema marino al consumir estas especies contaminadas, entonces fácilmente se intoxican”, dijo José Ramírez, Jefe de Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas.

La justicia peruana ha dispuesto la incautación del Buque Mare Doricum desde donde se trasladaba el combustible a la refinería. Asimismo, la Fiscalía ha abierto una investigación por el presunto delito de contaminación ambiental contra los representantes legales de refinería La Pampilla.

Se ha dictado además el impedimento de salida del país por 18 meses para los funcionarios de Repsol, firma que administra la refinería y a la que los más afectados consideran responsable.

“Eso quisiera que tuvieran en cuenta ellos, que vean todo el daño que han hecho y cómo nos ha perjudicado a todos los que trabajamos acá en el muelle de Ancón”, señalaron locatarios del lugar.

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El presidente de Repsol Perú, Jaime Fernández-Cuesta asegura que la compañía está haciendo todos los esfuerzos a su alcance para remediar los efectos del derrame desde su centro de control, instalado en la refinería y que están colaborando con las investigaciones.

“Hemos asumido la responsabilidad de un evento ajeno a nosotros en el sentido de su origen, que es como lo he dicho, un movimiento brusco del buque, inesperado, súbito que rompe nuestra instalación submarina”, dijo.

Cuando se le consultó si Repsol tenía algún mea culpa que reconocer a un mes del derrame, señaló que están haciendo investigaciones internas. “Algo se habrá podido hacer mejor, pero respecto a lo principal, que es atacar el derrame y sus consecuencias, creemos que hemos actuado de forma profesional y a la altura de los más altos estándares internacionales”, zanjó.

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