Foto: EFE

(CNN) – Confuso y cargado de racismo, el caso del busto de Winston Churchill en la Casa Blanca aún persiste.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, lo retiró de la Oficina Oval después de cuatro años de centinela bajo su predecesor, quien pensó que se parecía al primer ministro en tiempos de guerra.

Un rediseño de la Oficina Oval trajo nuevos bustos en su lugar: el líder latino de derechos civiles César Chávez, el reverendo Martin Luther King Jr., Robert F. Kennedy, Rosa Parks y Eleanor Roosevelt.

En otra época, la misma decisión provocó indignación. Los conservadores estadounidenses e incluso algunos políticos británicos lo declararon un gran desaire.

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Mike Huckabee, el ex gobernador de Arkansas, dijo en esa ocasión que era porque el presidente Barack Obama “probablemente creció escuchando que los británicos eran un grupo de imperialistas que perseguían a su abuelo”.

El senador Ted Cruz, republicano por Texas, afirmó que la decisión “presagiaba todo lo que vendría en los próximos seis años”.

Boris Johnson, quien entonces era alcalde de Londres y ahora es primer ministro, fue más lejos y culpó del cambio a “la aversión ancestral del presidente parte-keniano por el imperio británico”.

Los ataques fueron descaradamente racistas y también engañosos. Los funcionarios de Obama se enfurecieron.

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En realidad, hay dos bustos de Churchill idénticos, ambos del escultor modernista británico Sir Jacob Epstein. Uno ha estado en la colección de la Casa Blanca desde la administración de Lyndon B. Johnson. Otro fue prestado por el primer ministro Tony Blair a la Casa Blanca de George W. Bush cuando el otro estaba siendo restaurado.

El de Blair estuvo expuesto en la Oficina Oval hasta que Bush partió y fue devuelto al gobierno británico.

Bajo Obama, la versión que es propiedad de la Casa Blanca no se exhibió en la Oficina Oval; en cambio, Obama lo mantuvo fuera de la Sala de Tratados en la residencia, por donde pasaba cuando quería ver básquetbol los fines de semana y por las noches. Eligió ponerlo allí para poder verlo durante su tiempo personal. Tenía un busto de King en la oficina.

Obama abordó la situación durante su último año en el cargo. “Amo al tipo”, dijo durante una visita a Londres, y luego agregó: “hay pocas mesas donde puedes poner bustos. De lo contrario, comienza a verse un poco desordenado”.

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Cuando llegó Trump, devolvió a Churchill a la Oficina Oval, para el (proclamado) gusto de los británicos. La entonces primera ministra Theresa May, quien fue la primera visitante extranjera de Trump en la Oficina Oval, llegó con la versión británica del busto para presentársela a Trump. Las autoridades dijeron que el equipo de Trump lo había solicitado.

“Estamos muy contentos de que lo haya aceptado”, le dijo May.

Ahora, el busto se ha ido de nuevo. Pero Johnson, que es primer ministro y espera cimentar lazos fuertes con la nueva administración, no parece tener la misma reacción.

“La Oficina Oval es la oficina privada del presidente y le corresponde al presidente decorarla como desee”, dijo el jueves un portavoz de Downing Street. “No tenemos ninguna duda sobre la importancia que el presidente Biden le da a la relación entre el Reino Unido y los Estados Unidos, y el primer ministro espera tener esa relación cercana con él”.

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