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(CNN en Español) –Una muestra de asteroide recogida por la NASA que aterrizó en la Tierra da a los científicos la oportunidad de aprender más sobre los orígenes del sistema solar y captura un trozo de una enorme roca espacial que tiene posibilidades de colisionar con nuestro planeta en el futuro. Es la primera vez que la agencia logra una hazaña semejante.

Siete años después de su lanzamiento al espacio, la nave OSIRIS-REx sobrevoló la Tierra este domingo para entregar la muestra prístina del asteroide cercano a la Tierra Bennu.

La NASA retransmitió en vivo las operaciones de entrega y recuperación.

OSIRIS-REx, que significa Orígenes, Interpretación Espectral, Identificación de Recursos, Seguridad, Explorador de Regolito, despegó en 2016 y comenzó a orbitar Bennu en 2018. La nave recogió la muestra en 2020 y emprendió su largo viaje de regreso a la Tierra en mayo de 2021.

La nave espacial dejó caer la cápsula de muestras — que contenía unos 250 gramos de rocas y suelo de asteroide — desde una distancia 102.000 kilómetros sobre la superficie de la Tierra la mañana de este domingo, y entró en la atmósfera del planeta a las 10:42 a.m. (hora de Miami) mientras viajaba a una velocidad de unos 44.498 kilómetros por hora.

Los paracaídas se desplegaron para frenar la cápsula hasta un suave aterrizaje a 17,7 kilómetros por hora. La muestra aterrizó en el Campo de Pruebas y Entrenamiento de Utah del Departamento de Defensa unos 10 minutos después de entrar en la atmósfera.

OSIRIS-REx prosigue su recorrido por el Sistema Solar y ya partió para observar en detalle otro asteroide llamado Apofis.

Lo que ocurre tras el aterrizaje

Rich Burns, director del proyecto OSIRIS-REx en el Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA en Greenbelt, Maryland, explicó que cuatro helicópteros transportaron a los equipos de recuperación e investigación al lugar del aterrizaje y realizaron evaluaciones para asegurarse de que la cápsula no había sufrido ningún daño. El equipo confirmó que la cápsula no sufrió ninguna brecha durante el aterrizaje.

Los equipos de recuperación, que llevan meses entrenándose para la ocasión, están preparados para recuperar la cápsula una vez que sea seguro hacerlo, explicó Sandra Freund, directora del programa OSIRIS-REx en Lockheed Martin Space, que se asoció con la NASA para construir la nave espacial, proporcionar las operaciones de vuelo y ayudar a recuperar la cápsula de 45 kg.

El equipo de recuperación inicial, equipado con guantes y máscaras de protección, se aseguró de que la cápsula estuviera lo suficientemente fría como para tocarla, dado que alcanzó temperaturas de hasta 2.760 grados Celsius durante la reentrada, explicó Burns. El equipo también se aseguró de que la batería de la cápsula no se rompiera y emitiera gases tóxicos

Un equipo científico recogió muestras del lugar de aterrizaje, incluidas partículas de aire, polvo y suciedad.

“Uno de los objetivos científicos clave de OSIRIS-REx es devolver una muestra prístina, y prístina significa que ningún material extraño obstaculice nuestra investigación durante el análisis de la muestra”, declaró Dante Lauretta, investigador principal de OSIRIS-REx en la Universidad de Arizona en Tucson. “Por improbable que sea, queremos asegurarnos de que cualquier material que haya por ahí en el rango de Utah y que pueda interactuar con la muestra esté bien documentado“.

Un helicóptero transportó la muestra en una red de carga y la llevó a una sala limpia temporal cerca del lugar de aterrizaje. Dentro de este espacio, el equipo de curación llevará a cabo un flujo de nitrógeno, denominado purga, para evitar que parte de la atmósfera terrestre entre en el bote de muestras y lo contamine. Las piezas más grandes de la cápsula se retirarán, explicó Nicole Lunning, responsable de la conservación de OSIRIS-REx en el Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston.

Este lunes, un equipo preparará el bote de muestras para transportarlo en un avión C-17 al Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston. Los científicos esperan retirar la tapa para ver la muestra por primera vez este martes.

Asteroide Bennu. Crédito: Nasa.

Lo que puede revelar la muestra

Los detalles sobre la muestra se revelarán a través de una emisión de la NASA desde el Centro Espacial Johnson el 11 de octubre. Aunque el equipo científico no habrá tenido tiempo de evaluarla completamente, los investigadores planean recoger parte del material de grano fino en la parte superior del recipiente este martes para realizar un análisis rápido que pueda compartirse en octubre, dijo Lauretta.

Los científicos analizarán las rocas y el suelo durante los próximos dos años en una sala limpia del Centro Espacial Johnson. La muestra también se dividirá y se enviará a laboratorios de todo el mundo, incluidos los socios de la misión OSIRIS-REx en la Agencia Espacial Canadiense y la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial. Alrededor del 70% de la muestra permanecerá intacta en el almacén para que las generaciones futuras, con mejor tecnología, puedan aprender aún más de lo que ahora es posible.

Lori Glaze, directora de la División de Ciencias Planetarias de la NASA, dijo que, en caso de cierre del Gobierno, “no se pondrá en peligro la conservación ni la manipulación segura de la muestra de asteroide”.

“Algunos pasos que conducen a este análisis tan esperado posiblemente se retrasarán, pero la muestra permanecerá protegida y segura a pesar de cualquier interrupción en el calendario“, dijo durante una conferencia de prensa este viernes. “La muestra ha esperado más de 4.000 millones de años a que los humanos la estudien y si tardamos un poco más, creo que estaremos bien”.

Junto con una muestra del asteroide Ryugu enviada anteriormente por la misión japonesa Hayabusa2, las rocas y el suelo podrían revelar información clave sobre los inicios de nuestro sistema solar. Los científicos creen que asteroides carbonáceos como Bennu chocaron contra la Tierra en los primeros momentos de la formación del planeta, aportando elementos como el agua.

Los científicos creen que el asteroide Bennu es representativo de los materiales más antiguos del propio sistema solar forjados en grandes estrellas moribundas y explosiones de supernovas”, dijo Glaze. “Y por esta razón, la NASA invierte en estas misiones dedicadas a cuerpos pequeños para aumentar nuestra comprensión de cómo se formó nuestro sistema solar y cómo evolucionó”.

Además, la muestra también puede aportar información sobre Bennu, que tiene posibilidades de colisionar con la Tierra en el futuro.

Es crucial conocer mejor la población de asteroides cercanos a la Tierra que podrían colisionar con nuestro planeta. Un mejor conocimiento de su composición y órbitas es clave para predecir qué asteroides pueden acercarse más a la Tierra y cuándo, y esencial para desarrollar métodos para desviar estos asteroides en función de su composición.

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