EFE

(EFE) – Entre la desaparición/muerte de Néstor Castillo Sepúlveda (23 años) y Sauro Antonio Obreque (15) pasaron una década y 99 nombres más de personas chilenas cuyo rastro o vida se perdieron en Argentina durante las dictaduras que aterrorizaron el Cono Sur en las décadas de 1970 y 1980.

Esos 101 nombres de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos chilenos en Argentina entre 1973 y 1983 han quedado inmortalizados en un monumento conmemorativo instalado en el exterior de la Embajada de Chile en Buenos Aires y que fue inaugurado este martes por autoridades de ambos países en un acto al que acudieron familiares de esas víctimas y representantes de organizaciones de derechos humanos.

El monumento incluye los nombres, la edad y el año de desaparición o ejecución de esas 101 personas con un tallado tan especial que, como explicó la embajadora chilena en Argentina, Bárbara Figueroa, supone una especie de cordillera -como la andina, que une y divide a ambos países-, en la que Chile queda a la izquierda como un espacio vacío y Argentina a la derecha como lugar plagado de nombres sin vida.

Los claveles blancos que fueron depositados tras los discursos simbolizaron el recuerdo de los asistentes hacia quienes dejaron su vida en aquellos días negros y que mostraron en este acto su compromiso en la lucha por la memoria, la verdad y la justicia como reivindicación frente al negacionismo.

“Septiembre es siempre un mes complejo para nosotros, pero también es un mes donde miramos que la fragilidad de la democracia es costosa y que esa fragilidad puede costar en vidas humanas y en la trayectoria de las personas. Por lo mismo, es un mes que tiene estas paradojas: discutimos, pero también nos damos cuenta de la importancia de la democracia“, explicó a EFE el ministro de Justicia y Derechos Humanos de Chile, Luis Cordero.

Por su parte, el secretario de Derechos Humanos de Argentina, Horacio Pietragalla, resaltó en su intervención el “desafío muy grande” que supone en la actualidad “concientizar a la ciudadanía y a los jóvenes qué significaron esos golpes de Estado en la región, qué significan esos delitos de lesa humanidad“, ya que, según dijo, “nunca se cruzó este umbral en estos últimos veinte años”.

Con esto, el nieto número 75 recuperado por las Abuelas de Plaza de Mayo aludió al negacionismo instalado en el discurso de varios políticos del partido ganador en las primarias del 13 de agosto, La Libertad Avanza, cuya candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, encabezó en la víspera un acto en homenaje a las “víctimas del terrorismo de izquierda” y hoy criticó a la ‘abuela’ Estela de Carlotto, a la que calificó de “personaje bastante siniestro”.

“Que nunca más se repita”

La presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP), Alicia Lira, recordó con su voz “nombre, apellido y sonrisa” de dos personas muy cercanas para ella, Cristina Carreño Araya y el padre de esta, Alfonso Carreño Díaz, ambos detenidos y desaparecidos.

En su alocución resaltó que ambos, como otros asesinados en las dictaduras chilena (1973-1990) y argentina (1976-1983) “tenían compromiso, valores, una ilusión” por el “proyecto de la Unidad Popular”, liderado por el presidente Salvador Allende, derrocado por el golpe de Augusto Pinochet.

La activista destacó la importancia de este tipo de “gestos reparatorios”, como la inscripción de los 101 nombres del Memorial, para “que nunca más se repita” nada similar.

Con motivo de los 50 años del golpe de 1973, que se cumplen el próximo 11 de septiembre, la Embajada de Chile en Buenos Aires también inauguró la exposición “Abrir las puertas“, una muestra documental que narra los exilios de familias chilenas y latinoamericanas y la asistencia que recibieron de la Comisión Argentina para Refugiados y Migrantes (Caref) entre 1973 y 1989.

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