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 El líder sirio sería, según analistas, la “antítesis” de un dictador sangriento.

Los más recientes acontecimientos en torno a la guerra civil en Siria son motivo para analizar a la figura del presidente del país árabe. En sus más recientes intervenciones mediáticas, Bashar al-Assad se muestra afable y niega el uso de armas químicas en contra de la población, además de advertir a Estados Unidos que fracasará en caso de una intervención militar.

Según Andrew Tabler, funcionario del Instituto de Políticas para Oriente Próximo, quien mantuvo acceso al círculo cercano de al-Assad, el líder sirio “es bastante errático, caprichoso y tiene momentos racionales e irracionales”. Tabler trabajó con la primera dama de Siria, Asma, y explica que “al-Assad y su esposa Asma son una combinación atractiva que llama la atención” y se pregunta cómo el dictador puede parecer tan razonable y a la vez dirigir un régimen condenado por la comunidad internacional.

Analistas internacionales además aseguran que su comportamiento es impredecible y errático, habría subestimado a Obama por el uso de armas de destrucción masiva y ante los medios ha negado su participación en operaciones policiales que han terminado con civiles muertos. Tabler expresa que “sabe engañar muy bien”, a pesar de que su imagen pública sea opuesta a la de un dictador sanguinario.

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