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La ONU manifestó su preocupación por la seguridad del periodista Román Protasevich, quien fue detenido por el gobierno de Bielorrusia tras desviar el avión que lo transportaba rumbo a Lituania. 

Protasevich hizo una alarmante aparición en televisión estatal en la que supuestamente confesó haber cometido crímenes y haber alentado las protestas contra Alekandr Lukashenko. Sin embargo, hay consenso en la comunidad internacional de que su declaración parecía más bien forzada y que escondía heridas en su rostro. 

En Última Mirada, el analista internacional Raúl Sohr aseguró que la situación “tiene un aroma a tortura que se huele desde Santiago”.

El experto se preguntó el sentido de desviar el avión por un periodista de 26 años que, pese a ser opositor al Gobierno, aparentemente no representaba ninguna amenaza real: “¿valía la pena una misión de este tipo contra un periodista que no manejaba asuntos de Estado de mayor relevancia, y enemistarse con la Unión Europea, que ya ha decidido tomar sanciones?”.

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La UE acordó prohibir a las aerolíneas de Bielorrusia usar el espacio aéreo del bloque y aterrizar en sus aeropuertos, y pidió a las compañías europeas que eviten sobrevolar ese país, como medidas para presionar la liberación de Protasevich.

Sohr explicó que “si bien esto no es la primera vez que ocurre y hay países que han intervenido al bajar algunos aviones, es una violación muy seria de la libertad de cielos que garantiza el tránsito inocente sobre el cielo de un país”.

De acuerdo al analista, detrás de este conflicto yace también una “lucha entre Moscú y la UE y occidente en general, es decir, quién tendrá la mayor influencia sobre Bielorrusia. Lukashenko probablemente no habría podido soportar la larga ola de huelgas y marchas (contra los resultados de las elecciones) que duró por varias semanas, si no hubiese tenido el apoyo prácticamente irrestricto de Moscú”.

Por lo mismo, “Estados Unidos y occidente tampoco quieren extremar las medidas contra Bielorrusia porque podrían, si son demasiado duros en las sanciones, empujarla aún más a los brazos de Moscú. Por lo tanto acá se vuelve a caminar por esta cuerda floja que recordamos muy bien, que era la Guerra Fría”.

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