Por Paula Escobar
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En una noticia que pasó prácticamente desapercibida, se conoció que Chile tiene la tasa de natalidad más baja de su historia y muy por debajo de la llama tasa de reemplazo, es decir, la necesaria para mantener la misma población.

Cada mujer tiene en promedio 1,3 hijos, muy lejos de 2,1. 

Las razones son múltiples y compartidas en el mundo desarrollado. El punto es que sus consecuencias son tan importantes para la sociedad.

Pensemos solo en lo que pasa con los sistemas de pensiones, que sí se han abocado a enfrentarlo.

Desde con políticas que favorezcan la corresponsabilidad parental, esto es, que el cuidado de los hijos no recaiga en las mujeres solamente, hasta el papel del Estado en promover sistemas de cuidado.

Un ejemplo básico: sala cuna universal, que duerme en el Congreso, aún cuando en teoría, estamos todos de acuerdo en que debiera ser el derecho de cada niño y niña en Chile el tener acceso a sala cuna y jardín infantil, de modo que sus madres y padres puedan trabajar y reciban además estimulación temprana.

Las labores de cuidado son el tema más relevante para el acceso de las mujeres, especialmente las más pobres, al trabajo. La debacle de la tasa de natalidad está frente a nuestros ojos y no hacemos nada, ni para que haya más niños, ni por los que hay hoy día.

Los políticos están demasiado ocupados peleando por otras cosas como para pensar en las mujeres y los niños y niñas.

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