Por Paula Escobar
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Los expresidentes de Chile, cuatro vivos hoy, siguen siendo figuras importantes, a las que se recurre cuando los tiempos son complejos.

Quizás por eso han estado muy presentes los últimos días, sea para hablar en el consejo constitucional, o a propósito de los 50 años del golpe.

En general, su mensaje, guardando las diferencias, es un llamado a sentarse, a dialogar y a conversar, y a sacar adelante al país.

Lo hizo la presidenta Bachelet el viernes, llamado a hacer ahora sí una reforma de pensiones.

El problema es que hoy, en Canal 13, el expresidente Lagos afirma que los políticos “no están poniendo por delante los intereses del país”.

Quizás alude a este clima tóxico y hostil, en que todo es pelea, cuña, cámara y confrontación.

En que la denostación del adversario político es ley y en donde el único norte pareciera ser hacer el mayor daño al rival.

El problema es que Chile tiene demasiados pendientes como para darse este gusto de perder el tiempo así. ¡Pensiones, salud, seguridad, constitución!

Y entonces se hace más necesario que nunca intentar bajar los decibeles, sentarse a la mesa e intentar llegar a acuerdos que son imprescindibles para mejorar la vida de las chilenas y los chilenos.

Poner eso por delante, el llamado que hizo hoy el expresidente Lagos, es urgente. Encontrar un lenguaje que salga de la descalificación, y restaurar la posibilidad de discutir con respeto desde la diferencia, serían excelentes primeros pasos.

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