Por Mónica Rincón
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“Patria o muerte” ha sido el lema de la Revolución Cubana, “Patria y Vida” le contestan hoy artistas disidentes. Sumándose a las protestas de los últimos años y que en una década llegan a 90 países cada uno, con diferentes contextos, razones y expresiones, en Cuba también salieron a las calles.

La crisis económica y sanitaria, agudizada por un cruel bloqueo de décadas, fue el motivo de origen pero no el único. Abajo la dictadura claman también.

Según Human Rights Watch, hay 150 personas de las que no se conoce el paradero. Pero no es el número lo relevante, es el derecho a la manifestación que debiera resguardarse como sagrado en Cuba, Chile, Colombia, Palestina, Venezuela, China o donde sea.

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Triste que respecto de Cuba, en todo el mundo geográfico y político se manifiesta la incoherencia. Desde Estados Unidos que llama a no afectar a la población civil, pero mantiene un bloqueo que ni siquiera deja entrar medicinas. Cuando la administración Biden parece más preocupada de asegurar escaños en Florida antes que de retomar la política de Obama que tal vez podría haber iniciado un diálogo con la isla. No es prioridad, han dicho.

Desde Chile también incoherencia, donde muchos miran para el lado cuando se han violado ayer o bien hoy Derechos Humanos, y otros son tibios o ciegos frente a la dictadura comunista.

Chile donde en otro ámbito, por ejemplo, desde izquierda a derecha todos saben que en China no hay respeto por las libertades elementales, pero mucho mercado para nuestro cobre. Negocios son negocios, parecieran decir.

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Cuba hoy, otros mañana, debería recordarnos que una cosa es el derecho a la autodeterminación y otra es olvidar la solidaridad nacional. Esa que fue tan importante contra Pinochet, esa que al menos levanta el espíritu en los momentos más oscuros que puede vivir un país: cuando la libertad está en juego, cuando la libertad es oprimida.

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