Por Mónica Rincón
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Algunas empresas tienen los viernes sin corbatas, la Corte Suprema tiene el “jueves de isapres”. La enorme cantidad de recursos que se presentan por el actuar de estas instituciones ha obligado al máximo tribunal a dejar a lo menos ese día reservado para las causas que las involucran.

Consistentemente el máximo tribunal ha dicho que no se puede discriminar por sexo, ni por edad, ni por o a un hijo recién nacido. Pero como no se han hecho cambios legales, para las aseguradoras de la salud es negocio redondo litigar en vez de asumir de manera general estos fallos que en el sistema judicial chileno sólo son válidos para cada caso particular.

Pero el 2010 ya el TC dejó establecido que las tablas de sexo y edad era inconstitucionales. No hace mucho la Corte Suprema sostuvo que las isapres deben ser un sistema solidario y ayer conocimos un fallo en que se da la razón a un mujer rechazada por tres aseguradoras porque su hija tenía labio leporino.

El problema no está en los tribunales. Ni siquiera en el gato sin cascabel que son las isapres: el problema es que tanto los sucesivos gobiernos como el Parlamento no hacen su trabajo; una reforma que se pide a gritos. El Tribunal Constitucional se lo dijo clarito a las autoridades: les advirtió que debían tomar cartas en el asunto.

Porque entre sus otros muchos problemas la salud privada supone que los hijos los tienen sólo las mujeres, que hay niños sin derecho a cobertura y que si te enfermas estás preso de una compañía hasta que la muerte los separe.

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