Por Mónica Rincón
{"multiple":false,"video":{"key":"oWG3xx8xam","duration":"00:01:29","type":"video","download":""}}

La noticia de la imputación del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, puede servirnos para reflexionar sobre nuestro país.

Con todos los defectos que esa democracia tiene, que desde el más modesto ciudadano al más pudiente o poderoso esté de veras sometido al imperio de la ley, es más que positivo.

En Chile, ha sido difícil o imposible avanzar en la persecución penal de altas personalidades. Festival de salidas alternativas en los casos de platas políticas o clases de ética en Penta o Farmacias. Como dijo Milton Juica, los ciudadanos sienten con razón que hay dos clases de justicia.

Y, con claros indicios de que las campañas o pre campañas de los exmandatarios Eduardo Frei, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera quedó en nada.

MOP, Caval, DD.HH. y estallido, cualquier caso que pudiera llegar a rozar o se acercara al exmandatario que se apoya y los partidarios salen a denunciar persecución política y los contrarios a exigir respeto a las instituciones.

Por eso, más allá de Trump, que una democracia tenga la fortaleza de que a sus tribunales vayan tras quien ocupó el cargo más alto de un país, es motivo para mí de admiración.

Porque la justicia debería ser el último refugio de los ciudadanos y cuando no lo es para todos… ya no es justicia.

Tags:

Deja tu comentario