Por Mónica Rincón
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Publicado por CNN

No es nada popular decirlo, pero lo cierto es que en las cárceles de Chile se violan los DD.HH. de los presos. Y así lo ratifica el informe de la Universidad Diego Portales.

Hacinamiento que en algunos recintos duplica su capacidad. Hay reos que están encerrados entre 14 y 16 horas al día y muchos sin siquiera servicios higiénicos. Falta de agua potable, como en Valparaíso, donde apenas tienen acceso a este vital elemento dos horas cada jornada.

Una tragedia como la de San Miguel, entonces, es perfectamente posible en cualquier momento por las deficientes y a veces inexistentes redes seca y húmeda, y además por sistemas eléctricos de alto riesgo.

Hay uso indiscriminado de celdas de castigo, violencia que califica como torturas y mal trato a familiares de presos. Así no hay reinserción posible. Para que la halla hay que darles la oportunidad de tener trabajo afuera, pero además tratarlos de manera digna dentro.

Se merecen pasar por el infierno que es una cárcel chilena, dirán algunos. Hay que priorizar otras áreas, van a sostener otros. Pero resulta que cuando se delinque lo que se debe perder es la libertad, no la dignidad, no los derechos humanos.

Esta vida infrahumana de la mayoría de los reos en no pocos ciudadanos. de alguna manera, satisface la rabia que generan crímenes horrorosos. Pero sería bueno, con calma, recordar que lo que separa a una sociedad de la barbarie es el respeto irrestricto que debe brindar a cualquier ser humano.

Y también sería bueno preguntarnos en qué fallamos como sociedad.

¿Una pista? La mitad de quienes delinquen en Chile pasaron por el Sename. Un país, además, como dijo la capellana Nelly, donde se encarcela la pobreza.

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