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Lo primero: No toda crítica a una mujer es misoginia y sororidad, no es encontrar todo bueno a otra mujer.

Dicho esto, me parece vergonzoso una parte de lo que ocurrió con la Ministra de Cultura, Carolina Arredondo.

Es del todo pertinente analizar y criticar el currículum de Arredondo y discutir si era apta para el cargo o si había alguien más.

Y no es solo válido, sino imperioso escrutar cada transferencia de fondos públicos con la que esté relacionada para chequear que esté todo en orden y si no denunciarlo.

Pero no es aceptable el nivel de crítica por su trabajo como actriz. O sea, puedo coincidir en la dudosa calidad de algunas series, pero ¿de ahí a decir que es una actriz con tintes porno? No soy una experta en pornografía, pero ¿en serio el diputado De la Carrera creerá que cada vez que hay una escena de sexo es porno?

Lo más vergonzoso fue alguien de apellido Muñoz que calificó a la Ministra de Prostituta por escenas de la serie Infieles. ¿Por qué eso sí es misoginia? Porque en la misma escena hay un hombre y no se le califica de prostituto.

Les aclaro a los que agarraron vuelito: son actores ambos. Y les pagan por interpretar a una pareja que ¡oh! Horror de horrores hace lo que hacen hombres y mujeres. Y sí, también mujeres con mujeres y hombres con hombres. Capaz me acusen de pervertida por revelarles que hay sexo entre personas del mismo género.

Elevemos un poquito el nivel del debate, pero siempre. Tanta ordinariez y bajeza agota. Ahora es Arredondo antes, por ejemplo, el peso de Bachelet o alusiones insultantes a mujeres de otro color político como Cubillos o Marinovic. Y dejemos ese machismo que inunda las redes.

En todo caso lo que dice Pedrito de Juanita nos habla más de Pedrito que de Juanita.

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