Por Jorge Navarrete
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A fines del año pasado, un fallo de la Tercera Sala dejó en vilo al sistema de salud. Y hago esta generalización porque no solamente afecta al 18% de las personas que están en Isapres, sino que la mitad que están en Fonasa se atienden con prestadores privados de salud.

Frente a esta tragedia se movilizaron recursos políticos: se presentó un proyecto de ley, una reforma constitucional, se dan negociaciones, se pidió prórroga entre medio.

Aquí no voy a cuestionar ni la universalidad, ni la retroactividad del fallo, sino lo que me parece una extrema frivolidad: que aparezca una jueza miembro de la Tercera Sala a decir algo distinto de lo que ella misma había expresado como vocera meses atrás; más todavía, dice que no lo decía ahora como vocera -si es que aquello fuese posible-, y lo que terminamos todos dándonos cuenta es que hay una pugna al interior de la Corte Suprema.

Hay cosas con las cuales no se juega. Es verdad que los jueces no solo interpretan el derecho, sino muchas veces lo crean. Es verdad que la judicialización tiene como causa última la falta de política, pero lo que también es verdad es que se le ha infligido un grave daño a la institucionalidad por un conjunto de actores que quieren jugar a la política, no teniendo ningún voto para ello.

Por lo tanto, si queremos tener estos debates de esta forma, a lo menos yo pediría que estos jueces, como a otros, se les juzgue y se les critique como políticos, y no escondidos ni detrás de los fueros que presentan.

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