Por Fernando Paulsen
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La información emanada esta mañana del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada, el SHOA, era rotunda y no tenía matices: “Se descarta la posibilidad de un tsunami en las costas de todo el territorio nacional, tras sismo en el Océano Pacífico.” Por su parte, el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (SENAPRED) informó que “el movimiento telúrico no reúne las condiciones necesarias para generar un tsunami en las costas de Chile“.

En el ámbito de la naturaleza, es impresionante cómo hemos aprendido a leer los signos de la Tierra, para determinar lo que viene a renglón seguido. Un terremoto alrededor de Filipinas y ningún pescador chileno deja de salir en su embarcación a pescar, ni la gente abandona la idea de ir a bañarse a la playa, ni los barcos en altamar cambian sus rutas, porque se descartó un riesgo de tsunami.

Sin embargo, para leer las señales que rodean los sismos humanos somos de una ceguera abrumadora. Las huellas de las noticias del futuro cercano están hoy entre nosotros, solo que cuesta verlas por dos razones: porque hemos sido educados para esperar que algo pase y después revisemos para atrás el origen de la noticia. Y, segundo, porque somos seres ideológicos. Necesitamos armarnos de una idea de realidad que nos tranquilice, que genere nuestras rutinas y enfatice en lo que nos acomoda, más que en lo que nos puede dañar.

Por eso cuesta prever un tsunami social, hasta que se presenta sin invitación ni alerta en la puerta del país.

La peor manifestación de esta ausencia de SHOA para leer a los humanos que vivimos en Chile, es lo que se conoce como ceguera voluntaria. Cuando se prefiere no ver lo que tenemos enfrente, porque verlo duele, o causa miedo, o no hay ideas para resolverlo.

Al que le conviene un tsunami nacional, ese no tiene problemas, quiere que pase y trabaja para que pase.

La dificultad viene con quien no quiere, pero o no quiere ver o no sabe cómo ver.

Esta metáfora puede parecer ilusa, una exageración. Ojalá así sea.

Porque recorrer hacia atrás las huellas de un tsunami humano, para encontrar el origen de un desastre, siempre termina frente a un espejo y una pregunta: ¿y tú, qué hiciste para evitar que esto pasara?

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