Por Jorge Navarrete
{"multiple":false,"video":{"key":"yg7h2NecR50","duration":"00:01:47","type":"video","download":""}}

Confieso que siempre he sido muy crítico del Estado de Israel, especialmente por el incumplimiento del Tratado de Oslo y los acuerdos posteriores. Sin embargo, nada de eso debe impedir y menos soslayar que uno condene la crueldad y la brutalidad de un ataque tan despiadado a civiles, hombres, mujeres y niños.

Cuando se cruza la barrera fundamental que divide la resistencia o el derecho a la resistencia, del terrorismo, eso es cuando los objetivos son civiles y no son preferentemente militares.

Aquí se cometió un error militar, además, en otras cosas, porque todo lleva a pensar que Palestina, cuando esto concluya, si es que concluye, controlará menos terreno que los que hoy controla. Fue un error político porque le dio la excusa a Netanyahu para resolver sus problemas internos y lograr la unidad política que no conseguía.

Y además, fue un error estratégico porque hizo muy difícil que la comunidad internacional pudiera reaccionar con fuerza a lo que también ha sido la respuesta israelí.

Yo quiero salir de ese círculo y quiero decir que, si el propio presidente de Israel dice que esto es una guerra, el impedir que a una comunidad le llegue agua, alimentos, energía, un corredor humanitario; eso es un crimen de guerra.

Y quiero decirle con todo respeto al embajador israelí en Chile, que se quejó amargamente de que se había equiparado a Hamás con el Estado israelí, que lo que a ratos hace indistinguible a un grupo terrorista de un Estado, es cuando la brutalidad y crueldad de la agresión se asimila a la brutalidad y la crueldad de la respuesta del agredido.

Tags:

Deja tu comentario