Por Fernando Paulsen
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Hoy el país despertó con un mazazo. Se anunció que había muerto Humberto Maturana, Premio Nacional de Ciencias, un gran biólogo, una persona que paseó por el mundo una serie de ideas creativas, originales, algunas fueron solamente de él, otras junto con Francisco Varela en un libro que es antológico a estas alturas.

Tuve el placer y el privilegio de entrevistarlo muchísimas veces. Además él me abrió las puertas de su casa como amigo y estuve muchas veces en su casa junto con Ximena Dávila, su compañera de muchas, pero muchas lunas.

Hoy día se ha ido Humberto Maturana. Recuerdo en algunas de esas conversaciones que teníamos, ya sea como entrevista o en su casa, que él decía cosas que sorprendían porque, de alguna manera, entender el concepto implicaba darle valor al ser humano.

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Humberto Maturana todo el tiempo que hablaba le daba valor a nosotros, a la raza humana, él decía que éramos seres amorosos, que nacíamos amorosos, para vincularnos, para coordinarnos, para la solidaridad, para querernos. En el camino diseñábamos las cosas para que no pasaran. La racionalidad, decía, a veces conspira contra el sentimiento que es la base de la humanidad.

Humberto Maturana decía que los niños buscan adultos a quienes respetar, se lo pasan todo el tiempo buscando adultos a quienes respetar, que es una frase preciosa porque de alguna manera tenemos que ser dignos del respeto de nuestros hijos.

Y me acuerdo de una anécdota que él contó una vez en el living de su casa sobre Amanda Labarca, fundadora del mítico Liceo Manuel de Salas, una de las mejores educadoras que ha pasado por Chile, una persona que inició una lucha feminista, del empoderamiento de la mujer mucho antes que varias y llegó bien lejos con eso.

Él era estudiante en el Liceo Manuel de Salas y esta conversación la teníamos y dijo: “es tan importante que un maestro tenga las habilidades para conocer a sus alumnos”. Y contó que un día estaba saliendo de su clase y se cruza con la directora y fundadora, mítica Amanda Labarca, que le dice: “Maturana, contésteme inmediatamente, ¿”amor” se escribe con H o sin?”.

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Se da vuelta Humberto a donde yo estaba y dice: “mira, Fernando, las dos cosas que me enseñó con una frase. Una, la directora del colegio sabía mi apellido, sabía mi nombre, me identificaba, sabía quién era yo. Y segundo, sabía que yo tenía problemas con la ortografía”. Eso, me dijo, es un maestro, alguien que identifica, sabe quiénes son las personas que buscan instrucción, educación en el profesor y que además sabe cuáles son los problemas que tiene.

Se podría hablar muchísimo de Humberto Maturana, les recomiendo el libro que escribió con Francisco Varela, les recomiendo los libros que ha escrito con Ximena Dávila ahora último y a continuación queremos dejarles un extracto de la última entrevista que hicimos aquí mismo en septiembre de 2019.

Además instalarlos a que busquen en sus textos algo que hoy día está al alcance de todos, pero todavía como que nos alejamos de eso, que es esto que decía: sentir el respeto por el otro. Y ese otro, no basta con que sea otro para tener respeto, tiene que estar dispuesto a ganarse el respeto.

Un gran recuerdo para un gran hombre, un gran chileno.

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