Por Fernando Paulsen
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Una vez más, un partido de fútbol termina anticipadamente, en Chile, en una batahola con petardos, incendios y destrozos.

¿Qué tanto lo ocurrido hoy entre la Universidad Católica y la Universidad de Chile, es otro episodio más de violencia en los estadios? ¿O estamos ante una manifestación de rabia ciudadana, que cubre variadas disciplinas y que, por lo mismo, no se saben leer sino sólo como eventos individuales?

El fútbol profesional, como la política profesional, se basa en la competencia: unos pierden y unos ganan. Cuando el país se crispa al punto que todo parece reducirse a si ganan ellos o ganamos nosotros, los sentimientos que dominan la escena son el miedo y la rabia. Y se trasladan allí donde haya una situación de ganadores y perdedores: llámense elecciones, partidos de fútbol, situación económica, diferencias de género o de edad.

A este fenómeno el sociólogo Alberto Mayol llamó Malestar Social: algo que ronda, que hace aflorar el miedo, que fuerza a tomar posiciones extremas y que estalla cuando menos se piensa. De la política al fútbol, del trabajo mal remunerado a la batalla de las identidades.

Parece que estuviéramos en la hora de la rabia, que es por su ceguera e irreflexión, la más peligrosa de todas las horas para la democracia.

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