Por Fernando Paulsen
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Publicado por lsandoval

Estamos en época de vacaciones. Y, muchos, aprovechamos esta oportunidad para hacer esas cosas que nos cuestan cuando el vértigo del trabajo lo domina todo. Salir a disfrutar de la naturaleza, viajar, hacer deportes y, por supuesto, aprovechar de leer por gusto y no por obligación de oficina, universidad o colegio.

A veces uno encuentra un libro que combina la belleza con la enseñanza. La majestad de una redacción clara y alejada de toda pedantería literaria. Donde uno aprende y se emociona, siendo la mayor emoción la constatación de que el libro se va terminando y uno quiere, con fervor, que siga y no se termine jamás.

Este libro me lo regaló una entrevistada de Última Mirada, la científica chilena, Komal Dadlani. Se llama El Orden del Tiempo, del físico italiano Carlo Rovelli.

Y cuando se inicia el tiempo de las vacaciones, se los quiero recomendar con ahínco. Porque ver belleza, sabiduría, historia pasada y presagios del futuro, no son condimentos muy comunes en estos momentos de batalla política, de conflictos bélicos, de fanatismo por las ideas propias, de economía crujiente y de ansias de que se abran puertas que nos lleven a una mejor convivencia.

El Orden del Tiempo enseña ciencia, sí, pero mucho más enseña a mirarnos con detención a nosotros mismos y a entender un mundo que a veces nos descoloca, se nos aleja, y nos convierte en ignorantes funcionales.

Dice Rovelli: “Se puede concebir el mundo como constituido de cosas. De sustancia. De entes. De algo que es. Que permanece. O bien pensar que el mundo está constituido de eventos. De acontecimientos. De procesos. De algo que sucede. Que no dura, que es un contínuo transformarse. Que no permanece en el tiempo”.

Y pone un ejemplo poético: “El mundo no es un conjunto de cosas, es un conjunto de eventos. La piedra es una cosa, puedes preguntarte dónde estará mañana. Un beso es un evento, no tiene sentido preguntarse dónde habrá ido el beso mañana”. El mundo, dice Rovelli, está hecho de redes de besos, no de piedras. Redes de besos, aunque a veces, haya que leer un maravilloso libro que te invita a darte cuenta.

El orden del tiempo, de Carlo Rovelli. Leerlo, mejora la vista, mejora el cerebro y mejora el corazón.

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