Cada cierto tiempo un nuevo episodio nos recuerda cuán profundo ha sido el quiebre que generaron las mujeres y el movimiento feminista.
Este fin de semana, en Puerto Varas, el alcalde local subió a despedir a la cantante Camila Gallardo tras su show en la ciudad. En dos videos ampliamente viralizados, se aprecia un incómodo intento por besarla. La propia artista difundió un mensaje: “Nadie está más allá de nuestra línea de dignidad”, escribió, molesta.
El respaldo fue amplio. Incluso la ministra de la Mujer criticó al alcalde. “Nadie puede cruzar la intimidad de una persona”, dijo Isabel Plá. Sin embargo, insólitamente, fue el alcalde quien reclamó sentirse molesto y ofendido. Sí. Insiste en que todo se trató de un gesto “cariñoso”. Incluso se atrevió a exigir disculpas de parte de Gallardo “porque malinterpretó el gesto”.
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Para el alcalde todo esto está dentro de lo aceptable, de lo normal. Claro, pensará, porque hasta hace unos años sí lo era. Un “beso cariñoso”, como dijo el alcalde, un topón o un abrazo más apretado de lo normal. Piropos subidos de tono o toqueteos eran gestos que para muchos hombres estaban normalizados. No correspondían, ni ayer ni hoy, pero eran tolerados socialmente, aún cuando para las mujeres fuera desagradable.
Pero eso ya no va más y algunos quizás aún no se enteran. Hay un rayado de cancha nuevo. Lo trazan y refuerzan día a día las mujeres que desde hace años exigen un nuevo trato basado en el respeto. Y no seremos nosotros, los hombres, los que les diremos si es el correcto o no. Como dijo la misma Camila Gallardo: son ellas las que zanjarán, y así siempre tuvo que ser, qué es lo que las hace sentir incómodas.
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