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Si el gobierno anterior tuvo a Eyzaguirre quitando patines, este tiene a Varela mandando a hacer bingos. Son frases especialmente hirientes y torpes, porque vienen desde el desconocimiento de la vida del chileno medio, ese que sí organiza bingos para ayudar a un familiar con jubilación miserable, pagar un tratamiento contra el cáncer, o arreglar el techo del colegio de su hijo.
Por eso lo del bingo es indefendible:
Piñera: “Uno puede compartir o no las formas, yo prefiero quedarme con el fondo”.
Varela hoy: “El tema de fondo es que la calidad de la educación depende de todos, no solo del Estado”.
¿Es ese el fondo? Escuchemos:
Varela el sábado:
“Son los riesgos del asistencialismo, la gente no se hace cargo de sus problemas, sino que quiere que el resto lo haga”.
Ese es el fondo. Para Varela, quienes dependen del Estado para ejercer derechos como la educación tendrían que arreglárselas por sí mismos cuando ese servicio es deficiente (hacerse cargo de «SUS» problemas).
Pero cuando un niño pobre en Lota no puede estudiar porque su colegio se llueve, no es sólo un problema de él, de su familia o de su comunidad. Es un problema de todos nosotros. 
Y eso no es asistencialismo. Es una sociedad que construye derechos sociales mínimos, especialmente cuando se trata de la educación de los niños más vulnerables de Chile. Ese, más allá del bingo, es el preocupante fondo del discurso del ministro.
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