{"multiple":false,"video":{"key":"oUPsHjeVEp","duration":"00:02:28","type":"video","download":""}}

Mónica González ha recibido lo que hace mucho merecía: el Premio Nacional de Periodismo. Imposible resumir en una columna la trayectoria de esta investigadora, escritora, fundadora de medios, referente.

Mejor explicar por qué Mónica fue, es y será tan importante no sólo para el periodismo, sino para la democracia, mucho más allá de nuestras fronteras.

Una maestra. En la sala de clases o la de redacción. Frente a un micrófono o cámara. Leerla o escucharla es una lección. Lo ha sido para tantos. Y también ha resultado clave para el periodismo de investigación. No sólo en Chile: la creación de decenas de Ciper en otros países tuvieron como ejemplo el medio que Mónica González junto a un tremendo equipo fundó.

Crítica, independiente, talentosa, trabajadora hasta el cansancio, aguda, leal. Lo más importante es que Mónica, valiente como es, ha sabido y se ha atrevido a estar en el lado correcto de la historia. En el pasado denunciando a la dictadura, su gestación, crímenes y negociados. Y tras el retorno a la democracia, también en el lado correcto de la historia, decidió fiscalizar al poder: público y privado, sin color político.

La Conjura del golpe de Estado, violaciones a los DD.HH., platas políticas, Sename, lucro en universidades, Karadima, operación Huracán, registro civil, caso Catrillanca, medidores inteligentes, desastre de Rancagua. Parte de los hitos de su carrera. Una en la que ha estado dispuesta a incomodar, a arriesgar su integridad, enseñándonos que no es barriendo bajo la alfombra como se fortalece la democracia. Que si no se limpian con verdad, las heridas no sanan porque pase el tiempo, se infectan.

Es notable que se la destaque justo en tiempos en que, como Mónica González dijo, las amenazas para libertad de expresión no son las armas: son la mentira y la corrupción.

No es que dejó de ser incómoda para el poder; es que su prestigio y el respaldo ciudadano que tuvo su postulación hizo ineludible darle el Premio Nacional. Esos ciudadanos para los que ha trabajado sin descanso son quienes hoy la reconocen.

La Justicia casi siempre tarda, y a veces, como hoy, llega.

Lee también: Mónica González y el difícil momento del periodismo: “Los malos se disfrazan, los corruptos ni qué hablar, mienten”

Tags:

Deja tu comentario