Por Mónica Rincón
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No puede el sistema de Isapres darse el lujo de recibir gente enferma, por el estrecho margen per cápita”. Lo pensó y lo dijo. Aunque después Rafael Caviedes y la Asociación de Isapres envíen un comunicado explicando que lo que de veras quiso decir es que se necesitaban subsidios para hacer modificaciones.

Cuesta creer en una mala interpretación porque no es primera vez que escuchamos afirmar que se trata de un negocio con escasas ganancias de no más de $2.000 por usuarios, que hay una monserga de abusos, que si se reforma de manera incorrecta al sistema privado se le puede poner en riesgo.

Es tan malo el negocio de las Isapres, que hasta que no hubo quejas generalizadas, las aseguradoras se resistieron a los cambios. Ahora el gobierno anuncia una reforma a ambos sistemas. Hasta ahora se sabe que eliminaría preexistencias y la discriminación a mujeres.

Pero quedan muchas dudas, como qué va a pasar con las diferencias cuando hay distintos tramos de edad o cuando hay personas enfermas y otras que no lo están. O como que el informe financiero muestre un costo fiscal de $70 mil millones para las modificaciones al sistema privado y sólo $1.000 millones para la atención pública.

El gobierno aseguró que hay nuevos aportes para el sistema público en la Red Clase Media Protegida. Habrá que esperar el detalle del proyecto: las expectativas son altas porque la insatisfacción también lo es.

Pero aunque les moleste escucharlo a las aseguradoras, hasta que no haya cambios verdaderos, este sigue siendo el sistema perfecto para hombres sanos y jóvenes.

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