Por Mónica Rincón
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Parece una bomba de tiempo la situación al interior de los penales y específicamente la que ha vuelto a quedar al descubierto cuando se conoce públicamente de la existencia de las celdas VIP para narcotraficantes.

En Colina 2 se agrega, según un oficio reservado que dio a conocer El Mercurio, la denuncia de intentos de gendarmes por desbancar al alcaide e intentos de personal por amotinar a los reos. Reos que ya se niegan y logran impedir que se saque la basura.

Como si fuera poco, la reacción que se ve en la ex Penitenciaría. Gendarmes dicen que el operativo en que se dio a conocer otra celda VIP fue un montaje. Porque la celda VIP VIP no era, sino la que se usaba para reuniones de día y para dormir sólo en la noche por falta de espacio.

Mientras muchos funcionarios honestos ganan una miseria y se desloman trabajando en turnos infernales, que desde que nos alcanza la memoria han sido denunciados, otros reman contra la corriente de la pelea que se intenta dar contra la corrupción que sigue instalada al interior de los penales.

Seamos claros, la pregunta es: ¿quién manda de veras en las cárceles?, ¿dónde está el poder real? Porque una cosa es que el Estado tenga el poder aparente de cerrar las rejas y hacer cada tanto allanamientos en los penales y hasta controlar quien entra y quien sale de estos lugares, pero otra muy diferente es quién decide lo que ocurre puertas adentro.

Y no es ni el alcaide, ni el ministro de Justicia, ni los tribunales. Antes y ahora, hay una ley muy distinta de la que rige fuera de las cárceles y eso sigue siendo inaceptable. Por mucho que nos hagamos los desentendidos, por mucho que nos tranquilicemos cada noche porque nosotros estamos fuera.

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