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Es un tema que divide no única, pero especialmente a la coalición de gobierno. La Ley de Adopción resulta tan compleja para el oficialismo que el Gobierno ha vuelto a postergar el ingreso de las indicaciones. El nudo de la polémica es si permitir o no la adopción homoparental.

La Moneda, según sabemos, quiere eliminar el orden de prelación que da prioridad a una familia de hombre y mujer por sobre, por ejemplo, los solteros y que se decida caso a caso lo óptimo.

Una lógica impecable. Siguiéndola, no tendría sentido excluir a una pareja homoparental. No sólo porque es discriminatorio, dado que hay abundante evidencia científica que crecer con dos padres o dos madres no daña en nada a los hijos.

También, porque si el foco es el niño o niña; mientras más opciones haya, mejor. Por eso ni los parlamentarios, ni el gobierno podrá esquivar este dilema. Y será bueno para que dejemos de vivir en la hipocresía.

Porque hoy un soltero homosexual puede adoptar, incluso si vive con su pareja. Pero cerramos los ojos a esa realidad. Y si por ejemplo, uno de esa pareja homoparental muere, el menor que ambos han criado podría terminar incluso en el Sename o con desconocidos y no con quien, entre los dos, no tuvo la opción de inscribirlo como hijo.

¿No se trataba de buscar siempre lo mejor para ese menor? Entonces, miremos de frente la realidad y debatamos pronto, porque los niños… no pueden esperar.

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