Por Carolina Urrejola
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“Advertencia: esta nota describe de manera gráfica atrocidades”. Eso informan varios medios de comunicación del mundo que han sido convocados por las embajadas israelíes de sus respectivos países a ver material audiovisual de la matanza perpetrada por el grupo terrorista palestino Hamás el 7 de octubre, hace un mes.

Mañana será la proyección del filme en nuestro país, que muchos críticos consideran una manipulación del horror vivido. Israel dice que hace esto para quienes no creen que los hechos ocurrieron. Las crudas imágenes fueron tomadas de cámaras de vigilancia, celulares de las víctimas y de las cámaras corporales de los propios terroristas, e incluyen mutilaciones y cercenamientos de partes del cuerpo de adultos y niños indefensos en sus casas antes de ser asesinados.

Según el cronista de la Deutsche Welle, que estuvo en la función, las imágenes van mucho más allá de lo que periodistas con años de experiencia cubriendo conflictos, guerras, muerte y violencia acostumbran a ver.

A pocos kilómetros de distancia, hoy, 30 días después, un ciudadano gazatí dice angustiado en un video: “Están siendo testigos de un genocidio en vivo y nadie está haciendo nada para impedirlo”. Ya son 9.770 los muertos por los ataques de venganza de Israel, 4.800 de ellos niños y 2.550 mujeres.

Según la Agencia de la ONU para los refugiados, se ha producido un nuevo apagón de telecomunicaciones -el tercero en diez días- por lo que no hay conexión telefónica ni internet. Benjamín Netanyahu dice que no habrá tregua temporal hasta que Hamás libere a los rehenes, que son cerca de 200.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, inició una nueva gira por la zona, a ver si esta vez se materializa una tregua humanitaria, pero sin pedir un alto al fuego, que es lo que exige Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina. A todo esto, tanto Abbas como Netanyahu enfrentan protestas de sus ciudadanos -israelíes y palestinos- hartos de su incapacidad de resolver un conflicto histórico y acusados ambos de corrupción y autoritarismo. Ya van 30. Y seguimos contando los días como testigos del odio y la venganza que asesina niños.

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