imagen_principal-61836.jpg
{"multiple":false,"video":[]}

Por Daniel Matamala, conductor de CNN Chile


Manejó sus tiempos. Fue dueña de sus silencios. Salió sola en las fotos. Y ahora, en la conformación del primer gabinete para su segundo tiempo en La Moneda, Michelle Bachelet lo ha hecho, una vez más, a su manera.

No es este un gabinete de la insepulta Concertación ni de la aún informe Nueva Mayoría. Es un gabinete de Michelle Bachelet. Ella ha elegido los nombres, ella ha armado su equipo y por lo tanto es ella la única responsable. El éxito del gabinete será su éxito y de nadie más. El fracaso del gabinete será su fracaso y de nadie más.

El eje del poder del nuevo gobierno es el que une a Alberto Arenas con Rodrigo Peñailillo. De partidos, profesiones y estilos distintos, ambos son bacheletistas a carta cabal. Sin agendas propias ni padrinos, se ganaron la confianza de la Presidenta en la campaña, fueron admitidos en la cocina del gabinete, y se quedaron con los platos más apetitosos. Como en ese refrán de niños: al que reparte le toca la mejor parte.

Es un gabinete bacheletista, e institucional. El poder está concentrado en los dos ministerios más relevantes: Interior y Hacienda. Dueña de un poder casi absoluto, Bachelet no necesitó generar segundos pisos poderosos ni instancias de poder paralelas. Sus favoritos dominarán Moneda y Teatinos, dejando en claro que no hay contrapesos para su influencia.

Y hay más: Álvaro Elizalde en Segegob, Nicolás Eyzaguirre en Educación, Heraldo Muñoz en la Cancillería. ¿Qué tienen en común? Que son hombres de confianza de Bachelet. Elizalde por el trabajo conjunto en la campaña. Eyzaguirre por una relación larga de guitarreos y altibajos (ocho años demoró en sanar la herida de esa frase sobre la “gordis”). Y Heraldo por la vida de vecinos en Nueva York.

Es cierto que se respetaron los cuoteos partidarios: un tercio para el PS, un tercio para el PPD, un tercio para la DC. Dos carteras para los radicales, y una para comunistas, IC y MAS. Pero no nos engañemos: los ministros no están en el gabinete como representantes de las directivas de los partidos. Tienen vuelo propio y llegada directa con la Presidenta, y la mejor prueba es Ximena Rincón, adversaria interna del presidente de la DC, pero igual nomás invitada del falangismo al equipo político de La Moneda.

Esta vez no hay excusas ni salvavidas. Ni Zaldívar ni Foxley ni Pérez Yoma. Bachelet ha decidido gobernar por sí misma. El éxito será sólo suyo. El fracaso será sólo suyo. Las apuestas son altas. Lo logre o no, esta vez Bachelet, como citando a Sinatra, lo habrá hecho a su manera.

Por Daniel Matamala, conductor de CNN Chile

Tags:

Deja tu comentario