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“Amar es proteger nunca confundir”. Así protestaron en el Congreso quienes se oponen a la Ley de Identidad de Género. Rechazan sobre todo la posibilidad de que los niños, si sus padres y un juez están de acuerdo, puedan cambiar su sexo registral, el del carnet.

“Amar es proteger nunca confundir”. Ofensivo.

Insinúan en ese lema, lo que a veces dicen de frente: que según ellos los padres confunden a sus hijos, que los visten del otro sexo o que la transexualidad es algo pasajero. No. Hay consenso científico: las personas trans existen. Además, lo dice la OMS: no es una enfermedad.

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Y en cambio, sí hay un intento por confundir de parte de quienes se oponen a esta ley, cuando inventan, por ejemplo, que a raíz de la normativa se harán operaciones quirúrgicas, cosa que nunca ha sido solicitada para los menores.

“Amar es proteger”, lógico. Y los padres de niños trans buscan eso: protegerlos. Que con esta ley se detenga la vulneración del derecho de todo ser humano a vivir con la identidad que siente como propia. Proteger de esa fatídica cifra que nos habla de un 40% de suicidios. Porque es muy duro ser mujer y que te obliguen a vestirte de hombre.

“Amar es proteger nunca confundir” es el lema de Marcela Aranda y otros. Los mismos que mienten acusando a organizaciones de diversidad sexual de querer aprobar la pedofilia.

Aquí los confundidos son quienes piden menos Estado y más familia para la educación sexual; pero que en la Ley de Identidad de Género, les quisieron negar a los padres el derecho a decidir junto a sus hijos lo mejor para ellos.

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