Por Daniel Matamala
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Publicado por
CNN
Miren esta foto, es una conferencia sobre lactancia materna ayer en México, ¿qué les llama la atención?
Y ahora miren esta, hoy en Chile, un grupo de diputados presentando una declaración contra el aborto. ¿Qué les llama la atención?
Dos países, dos temas, dos fotos. Algo en común. Solo hombres tomando decisiones en un tema en que las primeras involucradas son las mujeres. Porque hasta donde yo sé no existen ni la lactancia paterna ni el aborto masculino.
No se trata de que los hombres no podamos opinar sobre temas que involucran a toda la sociedad, por supuesto que podemos. Pero cuando copamos los espacios de debate y de poder, y relegamos a las principales involucradas a un rol secundario, revelamos el machismo y la discriminación de nuestras sociedades.
Son las mujeres las que deben compatibilizar la lactancia con el trabajo. Son las mujeres las que asumen las consecuencias físicas, psicológicas, económicas y laborales de un embarazo. Y son ellas, y no nosotros los hombres, sobre las que pende la amenaza de la cárcel en países como Chile, si deciden una intervención sobre su propio cuerpo para interrumpir un embarazo.
Sin embargo, estas leyes siguen siendo decididas por un poder político en que los hombres somos mayoría, y en que la empatía no siempre abunda. En 2015, un estudio de la UDP entre los diputados chilenos mostró que tener una hija aumentaba las probabilidades de respaldar el aborto en caso de violación. De los diputados que tenían hijas, el 43% estaba a favor de despenalizar, mientras que entre los que solo tenían hijos hombres, era del 32%. Datos similares encontró la Universidad de Yale entre los congresistas de Estados Unidos.
Ojalá no fuera necesario tener una hija para que los hombres pudiéramos empatizar con la víctima de una violación. Pero sobre todo, ojalá pudiéramos entender que son las mujeres -tanto las que están a favor como las que están en contra del aborto- las que deben tener un rol protagónico en este debate.
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