No solo la cantidad del empleo que generan los países es relevante, sino también la calidad de dichos puestos. Es por ello que poco a poco los países desarrollados han incluido en las mediciones del trabajo el índice de la calidad del empleo. Y Latinoamérica no se queda atrás respecto a la indagación en este ámbito: esta semana fue presentado el estudio sobre calidad del empleo en la región, realizado por la investigadora Kirsten Sehnbruch fue presentado por el Observatorio de Calidad del Empleo (OCE) del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES).

Esta investigación corresponde al primer análisis comparado de América Latina y cuya metodología incluye tres dimensiones: ingresos del empleo (porcentaje de individuos que poseen un ingreso menor a seis canastas básicas), estabilidad del empleo (si posee contrato, y la estabilidad del mismo) y condiciones en el empleo (si posee seguros sociales, horas de trabajo en exceso).

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Según los resultados, Chile lidera el ranking en el indicador de “Ingreso de la ocupación principal”. De acuerdo a las cifras, en nuestro país un 23,2% de las personas tienen un ingreso bajo a las seis canastas básicas mensuales, mientras que en Guatemala y Honduras superan el 70%.  El indicador “Seguridad social”, en tanto, reveló que existe un 11,2% de personas en el país que no poseen seguridad social de ningún tipo.

Al realizar la medición de manera multidimensional, Chile también lidera esta parte del ránking, seguido por Uruguay, Panamá y Brasil. Los últimos puestos de la región los obtienen Honduras, Paraguay y Guatemala.

En el análisis por género, se obtiene a nivel general en América Latina que las mujeres poseen peores condiciones de calidad del empleo que los hombres. En ese sentido, Perú es uno de los peores resultados con 12 puntos de diferencias entre hombres y mujeres (0.50 y 0.42 respectivamente en índice multidimensional de deprivación de calidad del empleo). Si bien Chile posee el primer lugar -seguido por Panamá, Uruguay y Brasil-, la diferencia por género es de 6 puntos (0,16 y 0,22 entre hombres y mujeres). A nivel de edad, la tendencia a nivel regional es que los jóvenes (15-24 años) son quienes presentan los peores índices de calidad de empleo.

Los resultados del OCE, además, derriban la teoría respecto que sólo existen dos tipos de trabajadores (con empleo formal e informales). Es posible apreciar que, tanto en Chile como en toda América Latina, hay tres grupos de trabajadores: los trabajadores informales y los trabajadores formales, pero que en este último habría dos categorías: aquellos trabajadores formales profesionales con cierta estabilidad y quienes tienen trabajos formales con empleos de mala calidad (aquellos que trabajan sin contratos estables, sin pago de cotizaciones, etc.).

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Estos últimos (trabajadores formales con empleos de mala calidad) son quienes se verían mayormente afectados ante el avance tecnológico y la automatización, por tanto, es necesario reformas estructurales que mejoren la calidad de sus empleos y/o les abran oportunidades para los cambios que se avecinan.

Los resultados del estudio realizado por COES, centro patrocinado por la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica, fueron presentados el pasado martes 4 en la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, instancia en la que también se abordaron los desafíos del empleo ante la automatización, con la participación del destacado psicólogo social de la Universidad de Cambridge, profesor Brendan Burchell.

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