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Matías Zaldivia, quien se despidió con la jineta de capitán de Colo Colo, se enfrentará este domingo a su exclub vestido de azul.

Durante su presentación, el defensa de 32 años contó que la propuesta para cambiarse a la Universidad de Chile lo “sedujo mucho” e “hizo sentir muy importante”.

El Superclásico, que se disputará este domingo 12 de marzo a las 18:00 horas, estará marcado por su historial de roces con la administración de los albos y el cobijo de la hinchada azul.

Conflictos con Blanco y Negro

Durante su estadía en Colo Colo, el argentino nacionalizado chileno tuvo algunos conflictos con la dirigencia. La administración de Aníbal Mosa estuvo marcada por negociaciones con Blanco y Negro ante una posible reducción de salario en la temporada sin fútbol por la pandemia.

Para remediar la situación, Mosa estableció un acuerdo con algunos de los referentes del club, entre los que figuraban Esteban Paredes y el mismo Zaldivia, para entregarles una cifra cercana a los $550 millones por conceptos de derechos de imagen y cuotas de pase.

Cuando se hizo pública esta negociación, las tensiones entre los jugadores que no fueron parte del acuerdo crecieron.

Esto, en conjunto a la lesión que sufrió en su telón de Aquiles durante un entrenamiento, que el club no quiso pagar, pero terminó cubriendo de todos modos por presiones del Sifup y Gustavo Quinteros (DT de Colo Colo), marcaron una polémica salida para Zaldivia.

De pifias a aplausos

Durante sus primeros partidos, la hinchada hizo notar su rechazo por el exalbo. Sin embargo, tras unas cuantas fechas con muy buenas actuaciones, se ganó el respeto de la barra, quienes cambiaron sus abucheos por aplausos.

En entrevista con Verónica Bianchi, el defensa habló de lo que espera vivir en su regreso al Monumental, cancha donde fue local durante siete años.

Con relación a los posibles abucheos que podría recibir este domingo, Zaldivia expresó que sabe que “va a pasar. No me va a sorprender (…) A nosotros los futbolistas también nos gusta un poquito que nos puteen, es la realidad. Nos gusta que nos puteen porque te hace vivirlo más eufórico el partido”.

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