Agencia UNO

Desde pequeño, Rodrigo Rojas fue catalogado como “un niño ritalín” debido a su personalidad. Era un menor agresivo y que vivía con problemas en su colegio.

Más tarde, se convirtió en campeón panamericano de karate. El joven es trimedallista panamericano en la categoría kumite sobre 84 kilos, pero le faltaba el oro en los Juegos Panamericanos.

En Lima 2019 consiguió el bronce y esta jornada, en Santiago 2023, saldó esa deuda que por tanto tiempo buscó.

“Siempre fui bien problemático. Estaba condicional en mi colegio, pasaba peleando con todos, le ofrecía combos a cualquiera. Tuve muchas peleas callejeras, tonteras de ‘cabro chico’. Mis papás sufrieron mucho”, contó a Emol en 2017.

Su agresividad hizo que se obsesionara con entrar a una escuela de Karate que se instaló a metros de su casa.

“Obviamente, nadie en mi casa quería. Pensaban que iba a terminar peor, que no me controlaría“, sinceró.

En dicha oportunidad, reconoció que gracias al karate “logré canalizar mis energías. Ya no pegaba por pegar, ahora había algo más. Me sirvió para aprender muchos valores que quizás la gente desconoce que te aporta el karate. Piensan que es lo contrario”.

Poco a poco fue dejando atrás su faceta de “conflictivo” y fue logrando éxitos internacionales.

Este año, Rojas se ubicó entre los tres mejores del mundo en el ranking mundial de su categoría. Esto tras ganar la medalla de plata en la categoría +84 kilos de la Premier League de Karate.

Y ahora, el “niño Ritalín” se convirtió en un campeón Panamericano para siempre.

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