Por Fernanda Castillo Álvarez
Foto cedida por Bárbara Hernández.

En medio de la alta marea, las bajas temperaturas y la fauna marina amigable o amenazante, Bárbara Hernández se camufla como una sirena de hielo. Bracea, toma aire y retoma por unos seis kilómetros diarios en la piscina donde entrena para ir por el título mundial de aguas gélidas en el Mar Báltico de Estonia en marzo y, posteriormente, continuar en la conquista del séptimo mar en Japón, cuyas aguas son cálidas y con tiburones.

Bárbara se dedica al nado en aguas abiertas, disciplina en la que no se pueden usar trajes de neopreno o grasas aislantes del frío. Es la primera persona chilena y segunda mujer sudamericana en completar el desafío “Triple Corona” y en lo poco que ha transcurrido de 2024, logró consagrarse como “bestia del frío Báltico” tras ser campeona mundial en el Gdynia Wolrd Cup en las aguas de Polonia. La rutina, la pasión por el mar, los miedos, la maternidad y todas esas cosas que Bárbara contiene y reflexiona en el agua, las comenta hoy en entrevista con CNN Chile.

Siete mares

Ahora se viene el Winter Swimming World Championship en Estonia, ¿cuál es la importancia de esta competencia?
Volví de Polonia y volvimos 100% a preparar este mundial, ya que después empieza una etapa en verdad desafiante porque vamos con todo para Japón,  que es en junio nuestro ‘siete mares’, una modalidad muy distinta a estas carreras en hielo. Es una distancia de 27 km de nado de 12 horas en aguas mucho más cálidas que para mí es un problema, yo realmente me siento súper mal cuando tengo que competir en agua por sobre los 20 grados. Con el calentamiento global las temperaturas han subido.

El Ocean’s Seven es una maratón de natación similar a lo que realizan los montañistas con las siete montañas cumbres. En este caso, es un reto de aguas abiertas del mundo que consiste en cruzar los siete canales más difíciles en cinco continentes (más de 200 kilómetros). La sirena de hielo es la primera persona chilena en el desafío y podría ser la primera persona sudamericana en lograrlo este año en Japón, ya que lleva seis de siete mares que van entre los 15 a los 47 km.

Foto de Felipe Molina.

“Nunca pensé que iba a tener dos Récord Guinness”

―¿En qué momento se te ocurrió nadar en aguas gélidas?
Siempre quise ser nadadora. A los 17 yo soñaba con el Estrecho de Gibraltar, Canal de la Mancha y otros lugares de Chile, en las clases de geografía miraba estas rutas y me imaginaba nadando, pero nunca pensé que me iba a dedicar a nadar en hielo, nunca pensé que íbamos a tener dos récords Guinness y que uno de esos iba a ser de nuestro lado en la Antártica.

El primer paso para enamorarse de esta disciplina fue gracias a la invitación del destacado nadador tucumano Matías Ola a la Patagonia argentina al Winter Swimming Festival en 2014, competencia que tenía el requisito de no usar traje. “Nunca había estado en la Patagonia. Entonces, llegar a un lugar con tanta nieve, y darte cuenta que tu ropa más calentita no sirve para nada, fue tremendo”, cuenta. Luego de ese momento, comenzó a nadar los ocho glaciares de la zona y en 2016 fue a su primer mundial en Siberia, Rusia, donde ganó dos distancias.

―¿Cómo es un día de entrenamiento para ti? ¿Incluyes algunas acciones para no sentir el frío en el mar?
No, no, no. Creo que es todo lo contrario, no es no sentir, tu cuerpo se adapta, uno aprende que hay temperaturas que duelen muchísimo más, que el agua a 0° necesita cierta preparación. Siempre nadamos con hipotermia, no es que no te dé (frío), lo que pasa es que aprendes a distinguir en distintos grados cómo va a ser esa recuperación. Hay recuperaciones de hipotermia que tú puedes hacer solo cuando terminas de nadar, hay otras recuperaciones en las que se necesita un equipo médico. Obviamente, también hay un riesgo cuando hacemos aguas abiertas, donde nadamos con presencia de fauna en distintos cambios de temperatura.

Foto de Felipe Molina.

Para Bárbara, la importancia del equipo y la preparación diaria son elementos esenciales para ser la nadadora que es. Actualmente nada seis km al día y para comenzar a preparar sus maratones puede llegar a los 10 km diarios. “A mi equipo le entrego mi vida. O sea, mi equipo decide si sacarme del agua o no”, explica. A veces no tiene la opción de elegir su grupo de siempre y debe confiar.

“Nada como hombre”

―Has sido pionera para las mujeres en esta disciplina en Chile y en el mundo, ¿sientes que hay algún sesgo al momento de competir o en la cobertura que se hace en estas competencias?
―Estoy acostumbrada a escuchar las tallas de las nadadoras. Desde que tenía nueve años crecí con esos comentarios de ‘no, nada como hombre’. Me acuerdo que a una entrenadora una vez le dije “¿y eso qué significa?”, o sea, ¿es fuerte como un hombre? Porque en general las nadadoras y las mujeres son muy fuertes y si te refieres a los tiempos también es algo cuestionable. En nuestro país, los tiempos que hace Kristel Köbrich, no hay ningún hombre en Chile que haga los tiempos que hace ella. Siento que esos comentarios hacen que uno se dé cuenta de lo que falta.

Considerando que su disciplina no es algo tan común, Bárbara comenta sobre la comunidad que se genera a nivel mundial, especialmente aquellos que le enseñaron a ella y su equipo a entrenar. “Es una comunidad bonita, con esa gente uno se entiende súper bien”, expresa.

El factor extremo ha sido de cosas buenas, pero también de críticas. “No es una forma de desafiar la muerte, me tocó mucho explicar eso cuando hicimos Antártica porque se ve como algo riesgoso”, comenta. Las personas siempre le preguntan por qué lo hace: “Yo les decía ‘bueno, ¿y por qué no?’…Son como los límites humanos, es una conexión con la naturaleza, pero también con tu cuerpo, es una forma de correr barreras, más siendo mujer”.

“El agua no me da miedo, es lo que amo hacer y me quedaría por siempre”

―Las personas siempre dicen a los deportistas más extremos que no tienen miedo, ¿cómo ves tú el miedo en tu vida y has sentido si en algún momento ha peligrado esto por alguna competencia?
Creo que se proyecta esa imagen, la gente lo interpreta así como ‘¿por qué harías algo que te da miedo?’. Creo que en general todos nosotros hacemos precisamente lo que nos da miedo. O sea, yo sueño y visualizo tornados difíciles, complejos, casi imposibles, porque me mueve algo, porque ese miedo a que no resulte, a que pase algo, es lo mismo que me obliga a prepararme muy bien, a ser muy consciente, a proyectarlo, a que si algo es imposible significa que solo me va a tomar un poco más de tiempo, pero que es algo que perfectamente puedo intentar.

A pesar de que existe el miedo, para la sirena de hielo es un elemento movilizador. “Me moviliza a buscar soluciones, alternativas a desafiarme, a hacerme cargo. De hecho, antes de cualquier nado importante, yo me meto en esa caja”, dice. Lo que sí le da miedo es que su papá se enferme y sentir que no está tomando buenas decisiones: “Me obligo a hacerme cargo de eso, no de evadirlo, porque en general nos enseñan a no conectarnos con esas emociones”.

Foto cedida por Bárbara Hernández

―¿Y cómo te preparas mentalmente para eso?
Al final no es solo competencia, sino el hecho de que es todo un desafío, todo lo que conlleva prepararte para para un buen desempeño. Entonces, cómo lo manejo: yo trabajo con una psicóloga que no es especialista en deportes. Me gusta mucho su enfoque porque finalmente la Bárbara que nada, la deportista, es la misma Bárbara que está con su familia, que de repente tendrá problemas de pareja, es una visión mucho más integral de la persona y eso significa hacerme cargo de cosas que me afligen, que me angustian al tomar decisiones.

La preparación y anticipación a eventos es algo que la nadadora chilena integra en todas las áreas de su vida, hasta en esos rincones más íntimos. “El año pasado congelé óvulos. Es un tema personal porque significa que tienes que pensar en la maternidad. O sea, si me veía o no me veo, conversarlo con mi compañero, como proyectar y decir ‘no, en verdad quiero nadar dos años más full, tres años más, o en verdad no, a lo mejor no quiero ser mamá'”, expresa. El agua la ayuda a reflexionar estas cosas. “En los nados largos sale todo lo no resuelto, dudas, miedos, incertidumbre, la angustia en estas carreras en hielo es meterte en un lugar donde tu corazón está a tope, estás compitiendo, te duele todo. Creo que la vida nunca se resuelve completamente, pero tiene que tener un lugar”, agrega.

―¿Y tienes algún ritual o cábala antes de competir?
Sí, tengo montones. Nado con una pulsera de mis abue, mis abuelos fallecieron hace algunos años, por eso es tan importante. Estos siete mares también son un símbolo muy familiar. Hablo siempre con mi mamá antes de tirarme al agua. Entonces me las arreglo para que les avisen como sea. Siempre me despido de mi equipo y de la gente que está en la embarcación. Soy súper estructurada en ese sentido, qué es lo que hago cuando salgo y con quién hablo. Donde sea que estemos, mi gente sabe que tiene que dejar pasados esos mensajes apenas yo salga del agua. También antes de irme, estoy con mi familia y mis perros.

―¿Le tienes miedo a la muerte?
Un poco, un poco no. O sea, no es que la ande buscando, pero encuentro que he vivido la vida de que elijo vivir con todo lo bueno, malo y complejo, y en el agua no me da miedo, estar en mi elemento es lo que amo hacer y me quedaría por siempre. A veces me toca pelearla con las corrientes y todo, pero es tan hogar para mí, es fluir en el aquí y en el ahora que, si me preguntas por una muerte o enfermedad, obvio que no la busco, pero también le tengo respeto; aún así no es algo que me atormente. Siento que he ido construyendo la vida que elijo y la abrazo mucho.

Críticas y récords

―Cuando ganaste el Récord Guinness el año pasado, muchos te cuestionaban en redes sociales sobre el sentido de tu competencia, qué por qué lo hacías. ¿Cuál es el sentido que tiene para ti hacer esto? ¿Cuál es tu mensaje?
Es correr la barrera de lo imposible. O sea, es como correr una barrera de lo que los otros creen que eres o no capaz de hacer, y esta es mi forma de demostrar que no es imposible, que los imposibles no existen. Es mi forma de poder hablar de medio ambiente, del cuidado de nuestros océanos, de género, de la importancia del deporte, de cómo es Chile, de la Patagonia. Esa es mi forma.

La idea de correr las barreras de lo imposible se reflejan en sus dos Récord Guinness. El primero fue por recorrer 5.550 metros en la Isla Hornos por 15 minutos y 3 segundos. Mientras que el segundo ocurrió el año pasado al realizar el nado más largo registrado en la Antártica: 2,5 km sin traje de neopreno y con temperaturas de 2,2 °C. Frente a la pregunta de si tenía planeado conseguir estos récords, Bárbara menciona que vio que era posible y fue por ellos.  Incluso la organización siempre la llama por si surge “alguna nueva idea de récord”.

―¿Hasta qué edad puedes competir en esta disciplina y cuáles serían tus proyecciones si eventualmente decides dejar de competir en alguna oportunidad de tu vida?
No lo sé, creo que no me veo fuera del agua, el agua es parte de quien soy y me veo así de abuelita metida en la piscina, en el mar… Creo que eso es lo que más agradecería de la vida, que me dejara nadar por siempre, aunque sea solo entrar al agua, porque creo que es mi forma de hacer conexión.

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