(CNN Español) — En apenas tres días, La sociedad de la nieve logró convertirse en la película más vista de Netflix.

La trama -basada en un libro que lleva el mismo nombre- sigue la tragedia aérea que tuvo lugar en la cordillera de los Andes el 13 de octubre de 1972.

Sólo 16 de los 45 ocupantes del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya que se estrelló entre montañas cubiertas de nieve sobrevivieron.

72 días después, cuando llegó el rescate, esas 16 personas comenzaron –tal vez recomenzaron– sus nuevas vidas. Sus historias después del accidente no fueron lineales ni todas sencillas.

Pero todos siguieron adelante, trepando y caminando, como Fernando Parrado y Roberto Canessa lo habían hecho en la montaña para salvarse.

Esto es lo que fue el vivir para los 16 después de sobrevivir.

José Pedro Algorta

“Vivimos, momento a momento, sin poder preguntarnos si estaba bien o mal lo que estábamos haciendo, porque si queríamos hacer lo necesario para vivir una hora más, no podíamos detenernos para cavilar” – Pedro Algorta.

Edad al momento del accidente: 21 años.

Algorta era uno de los sobrevivientes que no pertenecía al equipo de rugby. En su caso, estudiaba Economía y, antes del accidente, no había tenido demasiado contacto con los otros pasajeros. Solo conocía a sus amigos Arturo Nogueira y Felipe Maquiarrán (ambos fallecidos en la montaña).

Después del accidente, volvió a la facultad para retomar sus estudios en la Universidad de Buenos Aires y posteriormente en la Universidad de Stanford, donde consiguió una maestría en Administración de Empresas.

Vivió la mayor parte de su vida en Argentina, donde ejerció como director de una fábrica de cerveza y bebida. Se casó con Noelle Sauval en 1974, con quien tuvo tres hijos y dos nietos.

En 2007,  Algorta se retiró de la vida empresarial y se dedicó a la consultorías, a regentear su propio campo en Uruguay, y a dar conferencias. En 2015, publicó el libro Las montañas siguen allí.

Roberto Canessa

“Todos tenemos una cordillera en nuestras vidas. No hay que quedarse en la parálisis de sentirse desgraciado” – Roberto Canessa.

Edad al momento del accidente: 19 años.

Su vida es, tal vez, la más pública y conocida de todos los sobrevivientes. Antes del llamado milagro de los Andes, Canessa era estudiante de Medicina, jugador de rugby del Old Christians y estaba en pareja con Laura Surraco.

Después de los 72 días de supervivencia y de haber caminado junto con Fernando Parrado durante 10 días hacia la salvación, continuó la carrera de Medicina, se casó con la que era su novia y siguió jugando al rugby varios años más.

Llegó a integrarse a la selección uruguaya de rugby e incluso representó a Uruguay en el equipo sudamericano que viajó a Sudáfrica en apoyo a la abolición del apartheid.

Se convirtió en cardiólogo infantil y recibió tres veces el Premio Nacional de Medicina de Uruguay. Sigue trabajando como médico y también como docente del posgrado especializado de Cardiología Pediátrica de la Facultad de Medicina y, como varios otros de los sobrevivientes, como orador motivacional.

Durante las elecciones de 1994, intentó incursionar en la política como candidato a la presidencia de su propio Partido Azul. Tiene tres hijos y seis nietos.

En 2016, publicó el libro Tenía que sobrevivir.

Alfredo “Pancho” Delgado

“Uno se levanta de mañana y mira para los costados esos picos nevados, impresionantes. El silencio de la cordillera es majestuoso, sensacional. Es una cosa que aterra, uno está, solo, solo, solo frente al mundo y les puedo asegurar que Dios está ahí” – “Pancho” Delgado.

Edad al momento del accidente: 25 años.

En 1972, era un estudiante de Derecho y se embarcó en el Fairchild de la Fuerza Aérea Uruguaya junto con sus amigos Numa Turcatti y Gaston Costemalle. Era uno de los mayores del grupo, y sobrevivió pese a tener una pierna herida durante 72 días.

Cuando los pasajeros vivos volvieron a Montevideo y dieron una conferencia de prensa, fue él quien tomó la palabra y explicó que habían sobrevivido comiendo carne humana. Fue la primera y última vez que habló del tema. Posteriormente, se llamó a silencio y no se ha dejado ver en medios de comunicación.

Al volver de la montaña, terminó sus estudios en Derecho, se casó con su novia de toda la vida, Susana Sartori, con quien tuvo cuatro hijos, y abrió un estudio notarial.

Daniel Fernández Strauch

“El grupo funcionó con tanta generosidad, con los afectos tan a flor de piel, que si tú veías que uno se caía, indefectiblemente te aproximabas, te sentabas a su lado, y comenzabas a hablarle, para que, juntos, volvieran a recuperar la esperanza” –  Daniel Fernández.

Edad al momento del accidente: 27 años.

Emprendió el viaje a Chile junto con tres de sus primos: Eduardo y “Fito” Strauch, y Daniel Shaw (quien murió en el accidente). Fue con ellos con quienes conformó el grupo de liderazgo y organización, tras la muerte del capitán del equipo de rugby, Marcelo Pérez del Castillo.

Eran ellos los encargados, entre otras tareas, de la ingrata tarea de cortar y secar la carne, sin que nadie supiera cuál de los fallecidos pertenecía.

Al volver a la vida en Uruguay, se casó, tuvo tres hijos y dirigió una empresa informática y tecnológica.

En 2012, 40 años después del milagro, publicó el libro Regreso desde la montaña.

Roberto “Bobby” Francois

Edad al momento del accidente: 20 años.

Era uno de los jugadores del equipo de rugby Old Christians, y uno de los más jóvenes y tímidos de la delegación.

Cuentan sus compañeros que, apenas minutos después del accidente, se sentó en la nieve, encendió un cigarrillo y dijo: “La quedamos”.

En lenguaje coloquial uruguayo, la frase quiere decir algo así como “estamos muertos”.

Después del rescate, poco se ha sabido de él, salvo lo que dice el sitio oficial de la Sociedad de la Nieve: es “reservado, sencillo, amable y muy agradable”.

Está casado con Graciana Manini, tiene seis hijos, y es técnico y productor agropecuario.

Roy Harley

“Muchos pudieron separar lo que sentían, o postergarlo para más adelante, para no derrochar esa energía que debíamos conservar en cuentagotas, porque era una lágrima lo que nos separaba de la muerte” – Roy Harley.

Edad al momento del accidente: 20 años.

El Fairchild del vuelo 571 fue su primer viaje en avión, y después del accidente le costó mucho volver a tomar un vuelo. Hoy lo hace, pero a regañadientes.

Era uno de los más jóvenes y de mejor estado físico del grupo, pero al terminar la epopeya, estaba extremadamente delgado y desgarbado (pesaba sólo 37 kilos en el momento de su rescate, frente a los 85 de antes).

Como era estudiante de ingeniería, replicó sus conocimientos y se convirtió en el ingeniero del grupo.

Fue el encargado de reparar una radio que les sirvió para mantenerse al tanto de las noticias sobre su búsqueda y también quien intentó infructuosamente reparar la radio del avión.

Después del accidente, terminó trabajó en una empresa de pinturas.

A Roy Harley le debemos las imágenes de la montaña, ya que de él era la única cámara fotográfica.

Hoy está retirado y da conferencias sobre lo que le tocó vivir. Se casó y tuvo tres hijos.

José Luis “Coche” Inciarte

“Había aprendido en esos últimos días de moribundo que la vida había que merecerla, no se recibía de regalo, y para merecerla había que entregar algo, fundamentalmente afecto, y vaya si lo habíamos entregado a los amigos vivos y muertos en todos esos días” – “Coche” Inciarte.

Edad al momento del accidente: 24 años.

“Coche” Inciarte era uno de los mayores del grupo de sobrevivientes. Él no era parte del equipo de rugby y estudiaba ingeniería agrónoma.

Después de la avalancha, se le infectó un pie y pasó los últimos días en la montaña sin poder caminar.

Contó a CNN que, el día en que escuchó que los expedicionarios habían llegado a conseguir rescate, había decidido dejarse morir.

Al volver, se casó con Soledad, su novia de la infancia, con quien tuvo 3 hijos.

Trabajó en el sector lácteo y durante un largo tiempo, fue uno de los mayores productores de dicha industria en Uruguay.

Cuando se retiró, se dedicó a dar conferencias sobre su vida.

En 2018, publicó Diario de un superviviente: Memorias de los Andes.

Falleció el 27 de julio de 2023, a los 75 años, debido a un cáncer que lo aquejó durante varios años. Antes de morir, fue de las primeras personas en ver la película La sociedad de la nieve, según contó su directorm J.A. Bayona.

Álvaro Mangino

“Nosotros creímos en lo que estábamos haciendo, nos focalizamos en algo que era imposible en la razón y la lógica, y lo superamos, y eso es lo que hay que transmitir, que en la vida se puede, que depende de cada uno”- Álvaro Mangino.

Edad al momento del accidente: 19 años.

A diferencia de muchos de sus compañeros supervivientes, Mangino no fue al colegio Stella Maris ni pertenecía al equipo de rugby Old Christians.

Durante el accidente, se quebró la pierna izquierda (tibia y peroné), que le colgaba. En las primeras horas, Roberto Canessa le recolocó, como pudo, los huesos.

Después de estar 72 días sin caminar, colgado en una especie de hamaca, Mangino fue el primero en saltar a uno de los helicópteros de rescate.

Al volver a Montevideo, se reencontró con su novia, Margarita Arocena, con quien se casó y se fue a vivir a Brasil. Tuvo cuatro hijos, y varios nietos.

Después de muchos años, regresó a Uruguay, donde trabajó en una empresa de calefacción y aire acondicionado.

Javier Methol

“Para mantener la fe en todo momento, a pesar de los revolcones que nos daban, teníamos que ser alquimistas. Transformar la tragedia en milagro, la depresión en esperanza” – Javier Methol.

Edad al momento del accidente: 36 años.

Era el mayor de todos los supervivientes. Había decidido viajar a Chile con su esposa Liliana para festejar su aniversario de bodas y pasar allí unos días de vacaciones.

Liliana, con quien habían tenido cuatro hijos, murió durante una avalancha en los Andes.

Tras regresar del accidente, Methol trabajó en una empresa tabacalera, dónde se desempeñó hasta su jubilación.

Años después del accidente, volvió a casarse y tuvo otros cuatro hijos. Falleció en 2015.

Carlos “Carlitos” Páez Rodríguez

“Yo siento que renací en los Andes. No me refiero al nacimiento biológico, sino a la formación de un joven que cayó entre los picos nevados, y exigido por la realidad, se fue templado a los martillazos” – Carlos Páez

Edad al momento del accidente: 18 años.

Era el más joven del grupo y del equipo de rugby que cayó en la montaña.

Su padre, el famoso pintor Carlos Páez Vilaró, lo buscó incansablemente durante los 72 días y fue él quien leyó en la radio la lista de supervivientes.

Durante la supervivencia, fue el encargado de tejer el sobre de dormir que llevaron los expedicionarios, de hacer reír al grupo con sus ocurrencias y de rezar un rosario cada noche antes de dormir.

Después de los Andes, se convirtió primero en empresario, luego en publicista, escritor y orador motivacional.

Ha contado en conferencias y en sus libros cómo –al volver– tuvo problemas de adicción al alcohol y a las drogas, que consiguió superar, pero que considera su “segunda cordillera”.

Se casó y tuvo dos hijos: María Elena de los Andes y Carlos Diego (en honor a sus amigos Diego Storm y Gustavo Diego Nicolich, que fallecieron sepultados en la avalancha). Tuvo seis nietos.

Publicó dos libros: Después del día 10, en 2007, y La cordillera del alma, en 2019.

Fernando “Nando” Parrado

“Fue el amor que siento por mi padre, y nada más, lo que me sacó de las montañas” – “Nando” Parrado.

Edad al momento del accidente: 22 años.

Al momento de la tragedia, “Nando” Parrado estudiaba en la universidad. Durante los primeros cuatro días. estuvo inconsciente y sus compañeros. al principio. lo dieron por muerto.

Cuando despertó, se enfrentó a las peores noticias: su madre y dos amigos íntimos habían fallecido, mientras su hermana estaba herida.

Cuando su hermana falleció en sus brazos, pocos días después, Nando se obsesionó con una sola cosa: salir de allí para reencontrarse y atenuar el dolor de su único familiar directo vivo, su padre Seler Parrado.

Así, fue él quien, junto con Roberto Canessa y Antonio Vizintín, emprendió la expedición final para salvar al grupo.

Su regreso a la realidad de Uruguay, con su red de apoyo destruida, no fue fácil. Dejó sus estudios, y empezó a trabajar en la empresa familiar: una cadena de ferreterías. Después se dedicó a su gran pasión: el automovilismo. Primero como piloto y luego como presentador y productor de un programa de televisión.

Posteriormente, escribió el libro Milagro en los Andes, y empezó a recorrer el mundo dando charlas motivacionales basadas en su experiencia de vida.

Se casó con Veronique Van Wassenhove, con quien tuvo dos hijas: Verónica y Cecilia.

Ramón “Moncho” Sabella

“Logramos sobrevivir solamente con los afectos, porque no teníamos otra cosa, salvo el uno con el otro. Armamos de la nada una sociedad exclusivamente de amistades, abandonada en el lugar más frío del mundo” – “Moncho” Sabella.

Edad al momento del accidente: 21 años.

No era parte del equipo de rugby. Viajaba a Chile de vacaciones, acompañando a dos de sus amigos, “Bobby” Francois y “Carlitos” Páez.

Tras el llamado milagro de los Andes, vivió un tiempo entre Montevideo y Punta del Este, y luego se mudó a Asunción, donde trabajó como empresario.

Estuvo mucho tiempo en silencio, con un perfil bajo. Pensaba que, teniendo en cuenta la pérdida que tuvieron las familias de quienes no habían regresado, era poco ético hablar de su experiencia.

Con el tiempo, dice que descubrió el impacto que esta historia causa en quienes la escuchan y comenzó a dar conferencias y entrevistas.

Eduardo Strauch

“Éramos un grupo de moribundos semicongelados y famélicos, que ignoraba por completo dónde estaba, abrazándose para no morir de frío, sin ningún otro elemento más que afectos e inteligencia, encontró la salida, la espiritual y la física” – Eduardo Strauch.

Edad al momento del accidente: 25 años.

Fue jugador y cofundador del equipo de rugby Old Christians Club. Al momento del accidente, era estudiante de arquitectura y había ya viajado por Europa. Venía de una familia con negocios en la banca y en la industria alimentaria, aunque sus padres eran joyeros.

En la montaña, fue parte del grupo de líderes que integraba junto con sus primos “Fito” Strauch y Daniel Fernández.

Después de los Andes, terminó su carrera y se convirtió en arquitecto. Se casó siete años después y tuvo 5 hijos.

Muchos años después, un montañista mexicano encontró su chaqueta y sus documentos entre los restos del avión, en los Andes. A partir de ese momento, entabló amistad con él y juntos van, cada año, al lugar del desastre con quienes quieran acompañarlos.

En 2012, publicó su libro Desde el silencio.

Adolfo “Fito” Strauch

“Cuando la muerte golpea las chapas del fuselaje, las costras banales se desvanecen, y personas comunes son capaces de gestos extraordinarios” – “Fito” Strauch.

Edad al momento del accidente: 24 años.

Antes del accidente, estudiaba ingeniería agrónoma; en parte, porque su familia era dueña de una estancia (hacienda). Era compañero de facultad de Daniel Fernández y de “Coche” Inciarte.

En la montaña, “Fito” Strauch –uno de los tres primos que terminaron liderando al grupo– fue quien inventó la máquina para derretir hielo y los lentes de sol, todo fabricado con restos del avión.

Al volver, se casó con Paula, con la que tuvo 3 hijos.

Se muestra muy poco en público, prácticamente no ha dado entrevistas y vive en el campo.

Antonio “Tintín” Vizintín

“Y cuando no puedes más, tienes que seguir, porque el límite de tu esfuerzo siempre es flexible y puede estirarse un poquito más” – Antonio ‘Tintín’ Vizintín.

Edad al momento del accidente: 19 años.

Jugaba en la posición de pilar en el equipo de rugby Old Christians Club y, según dicen los sobrevivientes, esa posición lo define. El pilar es el jugador que más golpes recibe y el que debe llevar la carga más pesada, en beneficio de todo el equipo.

Acompañó a Parrado y Canessa en los cuatro primeros días de la expedición final. Trepó la montaña más alta, cargando la mochila más pesada (de unos 40 kilogramos).

Cuando llegaron a la cima y supieron que la caminata sería más larga de lo esperado, acordaron que Vizintín volviera al avión para poder disponer de su ración de comida. Y así lo hizo.

Tras el accidente, se casó tres veces. Un matrimonio terminó en divorcio y su otra esposa –con la que tuvo dos hijos– falleció.

Pese a haber estudiado derecho, trabajó en una empresa importadora de productos químicos y, más recientemente, como muchos otros sobrevivientes, se dedica a dar charlas y conferencias.

Fue presidente de la Unión de Rugby del Uruguay.

Gustavo Zerbino

“En el lugar preferencial de mi casa, solo tengo recuerdos de la cordillera. Fotos de muchos de los que fallecieron… Me considero el custodio de sus recuerdos sin que nadie me lo haya pedido, porque allá nadie pedía: todos daban” – Gustavo Zerbino.

Edad al momento del accidente: 19 años.

Cuando vinieron los helicópteros a rescatarlos, empezó a guardar “recuerdos” de la montaña y se llevó una valija con objetos de los fallecidos, para llevarle a sus familiares.

Al igual que Roberto Canessa, estudiaba medicina y por eso fue uno de los dos “médicos” durante los 72 días en la montaña.

Sin embargo, posteriormente no se dedicó a la medicina. Trabajó en una empresa farmacéutica y fue presidente de la Asociación de Química y de CEFA (Cámara de Especialidades Farmacéuticas y Afines del Uruguay).

También siguió ligado al rugby, jugó en la selección uruguaya y presidió la Unión de Rugby del Uruguay durante varios años.

Asimismo, ha dado charlas motivacionales en todo el mundo. Está divorciado y tiene cuatro hijos.

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