Por Rodrigo Miño Silva
CNN CHILE

Me puse como meta no trabajar como psicólogo en Santiago, porque si no la comedia iba a ser un hobby”. Esta fue la convicción que tuvo Marcelo Valverde cuando llegó a la capital tras dejar todo para dedicarse a su pasión: el humor y la creatividad.

El comediante criado en Arica debuta el sábado 20 de enero en la quincuagésima tercera edición del Festival del Huaso del Olmué, el certamen más relevante en el género folclórico a nivel nacional que se realiza en el anfiteatro El Patagual de la comuna homónima.

“Yo me imaginaba siendo guionista de televisión”

Nacido en el seno de una familia de clase media en Iquique, Coronel Valverde, como también es conocido entre sus seguidores, es el menor de dos hermanos, con siete años de diferencia. A los 5 años llegó a la Ciudad de la eterna primavera, cuando su padre puso una zapatería, y fue criado en un ambiente acogedor, “de casa”, pero donde el sentido del humor nunca faltó.

En entrevista con CNN Chile, se define como un niño que veía mucha televisión y usaba Internet, lo que, a su juicio, le fue “moldeando el cerebro” e hizo que sus anhelos infantiles escaparan de lo tradicional, como ser futbolista o astronauta. “Quería ser parte de la gente que escribe los capítulos de Los Simpson o del late de Conan O’Brien. De hecho, nunca quise ser famoso, ni actor. Yo me imaginaba siendo guionista de televisión, de algún programa, de serie”, comenta.

Gracias a que en su familia había conexión CTV, una empresa de televisión por cable de Arica, Marcelo pudo ver programación y contenido de diferentes canales de Perú. Esto le permitió crecer con modelos diferentes a los que tienen sus colegas comediantes.

Siento que mis referentes no son los mismos que los de la mayoría de la gente. Tengo referentes chilenos, pero también tengo harto referente peruano. Después encontré los lates españoles, de Andreu Buenafuente o cosas así, que era lo más parecido a Conan O’Brien pero en español. Yo no sabía tanto inglés y era como ‘ah mira, puedo ver este formato, pero entender además los chistes’. Ahí como que me empecé a pegar con el humor español”, relata.

Coronel viene de “una familia chistosa”, aunque también destaca el lado “sensible y más de piel” de sus parientes paternos: “Estuve en un ambiente siempre de chiste”.

—¿Cómo era el Marcelo de niño en ese ambiente?
—Como era bien de casa, con mi hermano veíamos harto contenido y nos reíamos. Mi hermano grababa los capítulos de Los Simpson. Teníamos VHS con todos los capítulos de Los Simpson con código; comics, programas españoles. Yo hacía programas de radios falsos con mis primas, donde yo hacía la llamada, le ponía la música entre medio, hablaba con la gente.

Con el tiempo se fue percatando de que él no jugaba con juguetes igual que amigos o compañeros: “Yo les creaba una historia, donde estaba el protagonista y había todo un viaje del héroe del personaje. Lo que menos había era pelea, me centraba en una buena historia, una buena trama, un enemigo con capa”.

Ya en el colegio, al igual que han revelado otros de sus colegas, Marcelo era el niño que “hacía el chiste”, se lo decía a un compañero y esa persona lo decía en voz alta. “Yo era más para el grupo, más el creativo del otro que tenía más personalidad y gritaba los chistes o era más de tirarle los chistes a los otros. Yo era más como más ahí con el grupito. El guionista del grupo”, indica.

En su adolescencia comenzó a escribir en blogs de ficción, pero mezclado con contenido de actualidad y noticias. También, redactó columnas de opinión en El Morrocotudo y participó en distintos programas con tintes similares a lo que actualmente es El Sentido del Humor, el podcast que en 2017 creó junto a Fabrizio Copano.

Tras egresar de la enseñanza media, decidió estudiar psicología porque su familia no tenía los recursos para enviarlo a estudiar publicidad o algo parecido a Santiago. Escogió esta carrera porque sentía que, de igual manera, se compensaba con una de sus pasiones: el mundo creativo.

“A mí lo que siempre me gustó, más que solo la comedia, era la creatividad. Siempre quise ser publicista, diseñador, dibujante. Entonces, es algo que siempre como que traté, que leí sobre eso, me interesaron esas cosas, por eso también me gustaba el guion, pensando también en las series, me gustaba el cine. Siento que dentro de todo ese mundo que me gustaba, mi forma de cómo expresar eso y hacer lo que más fácil se me hacía, era la comedia“, dice a CNN Chile.

En paralelo a su carrera, continuó escribiendo columnas de opinión y participando en programas de radio. Además, militó en un movimiento político y lentamente fue profesionalizando una carrera como comediante. De hecho, creó el grupo Comedia Insurgente, con el cual se presentó en todos los espacios de Arica.

—Yo nunca me vi como psicólogo por toda la vida. Siempre me gustó el otro lado. Yo de verdad era como ñoño del tema. Por ejemplo, me gustaba Zona de contacto. De hecho, cuando alguna vez vinimos a Santiago en vez de querer ir a Fantasilandia, queríamos ir a El Mercurio a conocer las oficinas de la Zona de contacto, donde estaba la gente que escribía y cosas así.

Cuando viaja a Santiago para participar de reuniones del movimiento político a que pertenecía, Marcelo aprovechaba su estadía en la zona central para realizar shows de comedia, como en la Casa en el Aire. Incluso, en 2013 impartió un taller de stand up en Arica sin tener un conocimiento consagrado al respecto.

Fue en todo este periodo de cerca de un año cuando el comediante Beno Espinosa le propuso radicarse en la capital y, tras analizar la situación, Marcelo tomó la decisión: esperar a ser finiquitado en su trabajo en un Programa de Intervención Breve para la Prevención Focalizada (PIB) del ex Servicio Nacional de Menores (Sename) y viajar a Santiago para dedicarse a la comedia.

Me puse como meta no trabajar como psicólogo, porque si llegaba a Santiago y encontraba pega de psicólogo, iba a ser un hobby la comedia. Entonces, dije ‘no, solo voy a encontrar la pega justo y necesaria para sobrevivir, pero la prioridad es abrirme las puertas como comediante. Y resultó, a paso lento, pero resultó”, relata.

En este periodo se presentó en distintas instancias, participó en Tolerancia Mil de Radio Súbela, programa donde también había integrantes de La Legal, y fue cultivando relación con otros comediantes, entre ellos, Fabrizio Copano y Luis Slimming, de quien fue alumno.

—¿Cómo aprendiste a hacer comedia?
—Yo creo que hice todo lo posible. Ver entrevistas a comediantes que hablaban sobre eso. Al principio había muy poco en Internet, después había harto. Entonces, vi comedias antiguas de George Carlin y clásicos que había en Youtube.

Además, junto a un amigo, publicaba en Youtube videos traducidos de John Stansfield, donde explicaba cómo hacer comedia, desde el uso de palabras a determinadas frases que dan risa. También viralizó rutinas que estaban en inglés, tomó un curso de improvisación y asistió al taller de escritura de chistes de Luis Slimming. Dice que en este último no aprendió mucho, pero sí adquirió conocimiento con cada relato de experiencia que su actual amigo le comentada cuando iban juntos caminando a tomar el Metro.

—¿Tienes comediantes favoritos?
—Fabrizio Copano y Felipe Avello son los primeros que se me vienen a la mente. Fabrizio por un tema de que tiene la misma edad que yo y porque hacía cosas (relacionadas a la comedia) desde chico, entonces, era bacán ver cómo yo hacía las mismas cosas pero en Arica y de forma más precaria. Yo escribía para El Morrocotudo y él tenía una columna en La Segunda, por ejemplo.

También empatizaba con Copano porque “era un cabro hablando tonteras, y más encima era un niño comediante. Entonces, de verdad que podías hablar lo que quisieras. Eso lo encontraba genial”. Respecto a Avello, destaca la capacidad que tenía de hacer comedia en espacios de televisión que no estaba creador para ello: “En momentos donde uno no espera que haya humor, él hacía uno. Entonces, eso lo encontraba muy bacán”.

Otros comediantes que destaca son Berto Romero, a quien define como “el mejor comediante que existe”; Ignatius Farray y Paloma Salas.

Marcelo Valverde y Felipe Avello

Marcelo Valverde y Felipe Avello / ARCHIVO

Olmué 2024 y su futuro

Marcelo Valverde comenta a CNN Chile que la idea de participar en el Festival del Huaso de Olmué siempre estuvo rondando desde que llegó a Santiago. Por distintos motivos, estuvo en instancias donde la organización del certamen veía rutinas de comediantes que podrían participar. De hecho, participó en La Huincha, programa de Televisión Nacional de Chile (TVN), cuyo premio era presentarse en el evento. No ganó.

Luego de una extensa preparación, que consistió en “moldear” su rutina por casi dos años con presentaciones en bares, shows de empresas y de categoría “low cost”, como lo define, es decir, cumpleaños, bautizos, baby showers, casinos, fue llamado para ser parte de la LII edición del festival de Olmué.

Su rutina estará marcada por bloques que repasan la nostalgia por la infancia, el mundo millennial, tintes de humor político, la pandemia del COVID-19 y, eventualmente, su relación con su padre.

No obstante, Coronel aprovecha la conversación para cuestionar que los festivales sean espacios para que los humoristas se consagren. “No me gusta mucho la discusión sobre que todos debieran ir a festivales, porque siento que es un camino no más. Hay varios caminos”, expresa.

—¿Y si todo sale bien?
—Si todo sale bien, no sé si me gustaría más, porque en verdad yo actúo harto. Siento que soy de los comediantes que actúa harto, no soy tan estratégico con eso tal vez, pero yo actúo harto en Santiago, en regiones. Entonces, me gustaría hacer esa misma cantidad de shows solo que ojalá se llenen más rápido y estar desgastándome menos en la parte promocional.

Ante un eventual triunfo en Olmué 2024, Marcelo dice que “ojalá, en vez de decir ‘ya, ¿si hago shows para 100 personas, ahora voy a hacer shows para 500 personas?’ No, para esas mismas 100, pero ojalá se agote más o menos rápido el show. Entonces, así empiezo a pensar en la promoción del siguiente no más. Si a mí lo que me gusta es actuar, no estar promocionando todo el día un show. Entonces, me gustaría tener la calma de actuar harto, pero ojalá sin esa ansiedad de tener que pensar si va a llegar gente o cuánta gente va a llegar”.

—¿Y qué pasaría con El Sentido del Humor?
—El Sentido del Humor como podcast no debería acabarse nunca. Siempre hemos dicho que este es un nuestro espacio donde nos relajamos, tiramos la talla. Ojalá que eso dure siempre.

Junto a Luis Slimming y Héctor Romeros, creadores del espacio, la productora y el holding que contempla distintos programadas, entre ellos, Entre broma y broma, ven todo como un espacio de diversión y relajo.

Bajo ese punto, Marcelo comenta que le gustaría que la productora se potenciara en la creación de contenido y entrar al mundo de la ficción de manera más amplia para que así lleguen más espectadores. También, revela que le encantaría tener una faceta de conductor donde él anime, muy al estilo de programas de concurso o shows late. “Una propuesta que podría ser propia de El Sentido del Humor”, concluye.

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