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En 1962 Chile vivía su mejor participación en un mundial de fútbol. Siendo además anfitrión, el país completo se había volcado a todo lo relacionado al balón.

Arica, Santiago, Viña del Mar y Rancagua fueron sede de los partidos que se disputaron.

Por aquel entonces la selección brasileña, cuya fama continúa hasta el día de hoy, se encontraba entrenando a puertas abiertas en la región de Valparaíso, dando cuenta de una diferencia que habla de otros tiempos.

Garrincha, Didí, Pelé, Vavá y Zagallo eran, y siguen siendo, nombres de fama mundial.

Es por eso que no parece extraño que quienes vivían en sus alrededores quisieran acercarse a ver estos ídolos del fútbol.

Tampoco resulta extraño que el escritor chileno Roberto Bolaño, de tan solo 9 años, entrara a la cancha donde practicaba la verde amarella y conociera estos jugadores de renombre.

“En 1962 vivía en Quilpué, a cincuenta metros de donde estaba alojada la selección brasileña de fútbol. Conocí a Pelé, a Garrincha, a Vavá”, explicó el autor de Los Detectives Salvajes a la Revista Qué Pasa.

Pero la anécdota no termina ahí.

“Recuerdo por ejemplo que Vavá me tiró un penal y se lo atajé. Y para mí es la mayor hazaña que he hecho: ¡le atajé un penal a Vavá!”.

Más tarde, Brasil se convertiría en campeón del mundo en Santiago de Chile y Bolaño tendría una historia más que contar.

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