Texto por Paula Aguilera y Patricio Pérez.
Fotografías por DENA y Maite Pizarro.

“Me Voy a Valparaíso” es el nombre de la colaboración entre el músico chileno Diego Lorenzini y el noruego Erlend Øye que fue revelada este viernes.

Se trata de un interesante cuarto single del próximo disco del talquino, que llevará por título De Algo Hay Que Morir, y cuyo lanzamiento está programado para finales de agosto a través del sello Uva Robot en colaboración con Disco Intrépido.

Primero conocimos su recopilación libre de Cueca del Terremoto de Chillán en clave trap lo-fi, luego Billete de Luca, en tercer lugar Sí Po’, y la más reciente, Pony.

Tanto Lorenzini como el ex King of Convenience tienen especial trayectoria con guitarras acústicas, por lo que no extraña que este nuevo trabajo se trate de un vals íntimo que combina con armonía las distintas alturas de sus voces y que, precisamente, habla sobre la capacidad de generar conexión a través de la música.

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En conversación con CNN Chile, ambos músicos relataron cómo se conocieron y nació este trabajo pese a las distancias geográficas, su gira en conjunto por Europa, la obsesión por las letras en la música que los une y sus búsquedas por la intimidad en el sonido. 

Además Øye, quien se ha visto con frecuencia en Chile durante los últimos años, contó que sus vínculos se remontan a la forma en que sus padres se conocieron -en protestas desde Noruega contra la dictadura de Augusto Pinochet- y que aspectos como el humor y la honestidad hacen que sienta cercanía especial con el país. 

– ¿Cómo nació la amistad musical entre ustedes y cómo surgío esa gira que hizo La Matiné Uva Robot por Europa?

Erlend Øye: Todo comenzó gracias a Tiare Galaz (Niña Tormenta), con quien nos conocimos en el Festival En Orbita el año 2017. Justo en ese momento yo estaba pasando una temporada en la casa de un amigo muy cercano que tengo en Santiago, y estaba principalmente dedicado a componer nuevas canciones en un ukelele que me había comprado hace muy poco. Niña Tormenta también usaba un ukelele, conversamos en el backstage y quedamos de juntarnos otro día para compartir nuestras experiencias sobre el instrumento.

Así fue como Tiare me invitó a cenar al día siguiente a su casa e invitó a Diego, quién me trajo de regalo un cuaderno con acordes de ukelele. Ese día nos mostramos la música que cada uno estaba haciendo y quedé encantado con la manera en que las voces de Tiare y Diego se armonizaban. Tiempo después me invitaron a uno de los primeros conciertos de La Matiné Uva Robot y me gustó mucho el tipo de show que habían armado. Sobre todo porque era una banda sin un líder claro, y se sentía que todos tenían algo muy importante que decir en cada canción.

Me presentaron a Rosario Alfonso y Javier Bobbert, con quienes desde ese momento comenzamos a juntarnos a tocar regularmente mientras estuve en Chile. Era muy sorprendente ver como la búsqueda musical de estos cuatro chilenos era muy afín a lo que yo estaba haciendo con la banda de apoyo que había formado junto a tres amigos sicilianos -llamada La Comitiva-, por lo que finalmente decidí invitarlos a que abrieran juntos mi gira por Alemania.

Diego Lorenzini: Esa gira fue un sueño para nosotros.

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Erlend Øye: Yo sabía que su música iba a ser muy bien recibida por mi público alemán y así fue. Aún recuerdo cuando su primera presentación en Munich terminó con todo el mundo de pie ovacionándolos. Tanto así que me puse muy nervioso ya que era la primera fecha del tour, y no sabía si nosotros con La Comitiva íbamos a poder estar a la altura de lo que había hecho La Matiné Uva Robot.

Diego Lorenzini: Todo esto fue muy intenso, y sumado al hecho de que viajábamos y dormíamos, sin excepción, todos dentro del mismo bus durante toda la gira, hizo que todos termináramos muy unidos. Logramos eso que se suele llamar informalmente como “confianza de peos”. Supongo que cuando muchas personas pasan tanto tiempo juntos hay dos opciones: O se terminan odiando, o se terminan amando. A la luz de la evidencia a nosotros nos pasó lo último, y hasta el día de hoy siento, no solo a Erlend, si no que a Tiare, Rosario, Javier, Stefano (Ortisi), Luigi (Orofino) y Marco (Castello) como mis hermanos.

– ¿De qué trata esta canción que los une, y cómo se dio el paso para grabarla juntos?

Erlend Øye: La primera vez que escuché Me Voy A Valparaíso fue cuando me invitaron a ese primer concierto de La Matiné Uva Robot y le comenté a Diego que esa canción era un hit.

Diego Lorenzini: Para mí fue un gran honor que Erlend me dijiera eso, pero recién nos estábamos conociendo, y si me hubiesen dicho que él iba a terminar cantando en esa canción no lo hubiese creído. De hecho, esa canción no la tocamos con La Matiné Uva Robot en la gira por Alemania, ya que, si bien a Erlend le gustaba, a él también le gustaban muchas otras de nuestras canciones y recuerdo que en ese momento estaba principalmente prendado de “Va A Llover Hasta el Domingo” de Niña Tormenta, y de “Tus Ojos Claros Son” de Rosario Alfonso.

No fue si no hasta casi un año después en que nos cruzamos en Valparaíso en que las cosas empezaron a cuajar. Erlend tocaba el mismo fin de semana que yo en el puerto, y nos invitamos mutuamente a nuestros conciertos. Me Voy A Valparaíso es una canción que, entre otras cosas, habla de la capacidad que tiene la música para generar momentos de conexión profundos, y esa noche confirmó mis más entusiastas sospechas sobre dicho súper-poder. Fue inolvidable.

Estábamos todos tan contentos que incluso después de que terminó el concierto invitamos a todo el público a participar de un post-show en la plaza al frente del teatro. Recién allí comencé a pensar en la posibilidad de invitar a Erlend a cantar la canción, ya que, aparte de que esa velada que pasamos juntos cantándola nos unió aún más como amigos e intérpretes, también me di cuenta de que el punto de vista en la letra de la canción es de un cantautor que no es de Valparaíso, por lo que si quien canta la frase “me voy a Valparaíso y al mar le da lo mismo…” es de Talca o de Noruega, no hace mucha diferencia.

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Fotografía especial para CNN Chile. Erlend Øye junto a La Comitiva y a La Matiné Uva Robot en las afueras del Teatro Funkhaus en Berlín. De izquierda a derecha: Rosario Alfonso, Marco Castello, Erlend Øye, Luigi Orofino, Diego Lorenzini, Stefano Ortisi, Javier Bobbert y Niña Tormenta. Año 2018.

– A Erlend se lo ha visto cada vez más cercano a Chile, ¿qué cosas lo atraen de este país?

Erlend Øye: Primero que nada mi cercanía con Chile se debe a que los chilenos han sido muy generosos conmigo, y me siento muy agradecido de como siempre han valorado mi trabajo ya sea con Kings of Convenience, con The Whitest Boy Alive o como solista. Pero mucho antes de recibir ese cariño, mi relación con Chile realmente comenzó el año 1974, cuando mis padres se conocieron en una manifestación en apoyo a las víctimas del golpe de Estado en contra de Salvador Allende que se llevó a cabo en Bergen.

La dictadura de Pinochet fue muy repudiada en Noruega, y en aquella movilización en particular mi padre leyó un poema, lo cual le permitió conocer a mi madre -quien siempre fue muy activa políticamente-, e inició el romance que me trajo al mundo.

Aparte de eso, Chile se siente muy “lejano” para alguien que viene de Noruega, lo cual es una sensación muy emocionante para mí, ya que siempre es una aventura encontrar cosas familiares al otro lado del mundo. De hecho, el humor y el tipo de honestidad de la gente en Chile se parece mucho -en un buen sentido- al humor y a la honestidad noruega, por lo cual he encontrado a muy buenos amigos aquí a quienes quiero mucho, y a quienes intento visitar cada verano del hemisferio sur que puedo.

– Y en términos musicales, ¿qué cosas de Chile te atraen?

Erlend Øye: Indudablemente me atrae mucho el trabajo de los miembros de La Matiné Uva Robot, pero antes de conocer a Tiare (Niña Tormenta), Rosario (Rosario Alfonso) y Diego (Diego Lorenzini), ya había escuchado otras cosas en mis anteriores visitas a Chile. De hecho, el disco Esquemas Juveniles (2006) de Javiera Mena es el primer disco en español que escuché de principio a fin y sigue siendo uno de mis favoritos. Una canción buena tras otra.

– Pese a ser de lugares distintos hay sonidos que los acercan musicalmente, ¿qué gustos los unen? ¿El amor por las guitarras?

Erlend Øye: Aparte del amor por las guitarras y por lo acústico en general, creo que nos unen las ganas de mantener las cosas en escala pequeña e íntima. Personalmente creo que, al componer y/o arreglar canciones para ser tocadas en estadios llenos, algo importante termina perdiéndose. Yo veo que Diego también vela por esa cercanía, y confirma mi teoría acerca del poder de la intimidad al haber visto la conexión profunda con el público que él logra en sus conciertos.

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Diego Lorenzini: Creo que algo que también nos une es el trabajo en la letras. Claramente hay una afinidad en nuestras melodías, formas de interpretar y políticas de trabajo, pero para mí siempre ha sido muy importante aprovechar al máximo el texto que puede contener una canción, y Erlend tiene muchísima experiencia al respecto.

Para mí ha sido una gran suerte el poder contar con la opinión de Erlend respecto a mis letras, así como también ha sido un honor que él me pida opinión sobre las suyas. Es genial poder compartir una obsesión por el detalle similar en lo que al uso de las palabras se refiere, ya que, independiente de si el fin de un texto es meramente formal o profundamente político, el valor de la letra en una canción es algo que a ambos nos quita el sueño.

– ¿Será la única grabación que escucharemos de ustedes juntos? Piensan tocar juntos en los próximos meses?

Erlend Øye: Bueno, ganas no faltan.

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