Por Alison Vivanco
Publicado por CNN

¿Sabía usted que Chile es el país con más consumo de ropa en Latinamérica? Según datos de Fashion Revolution, al año los chilenos compran cinco calzados y 20 prendas de vestir en promedio. 

Lo anterior se debe  en parte a la tendencia actual de compras, que se basa en el sistema fast fashion (o “moda rápida”), un fenómeno que analistas han relacionado a la moda desechable por la rápida renovación de las prendas en el retail y cuyos remanentes terminan convirtiéndose en residuos. Esto no sólo tiene impacto a nivel ecológico: Comprar, usar y botar para volver a comprar ha sido normalizado como hábito de consumo.

El modelo funciona mediante la fabricación de prendas atractivas, de bajo costo y poca durabilidad, por lo que la gente al poco tiempo vuelve a sentir la aparente necesidad de adquirir lo último de la vitrina. Así, esto no sólo genera el derroche de los recursos de un importante grupo de personas influenciadas por los ofertones, también es causa de toneladas de innecesaria contaminación textil.

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Pamela Uribe Kuncar es una mujer chilena, publicista y especialista en moda gracias a sus estudios en Nueva York, específicamente en Parsons The New School for Design y en Fashion Institute of technology, que ha querido compartir algunos tips e ideas que pueden ser muy útiles a la hora de comenzar a controlar la billetera y los impulsos. 

Según detalla Pamela Victoria, el fast fashion no es más que el reflejo de cómo estamos como sociedad. El estilo de vida rápido en el que estamos inmersos nos lleva a tomar la vida como un snack del cual nos aburrimos cada cierto tiempo, convirtiendo a las personas en consumidores cambiantes de una semana a otra.

“La forma que vivimos esta era se refleja en nuestro estrés, el nivel de ansiedad, la poca capacidad de detenernos a pensar y la manera compulsiva en que estamos adquiriendo productos”, comenta la, además, instagramer.

La experta reflexiona que “estamos cayendo en un endeudamiento que a fin de mes nos lleva a pensar que algo esta mal, pero nuestro entorno y los incentivos publicitarios que recibimos a diario, por medio de nuestros dispositivos móviles, es un monstruo come billeteras que alimenta aún más las ganas de querer todo aquí y ahora a como de lugar”.

-¿Cómo influyen estas ansias de poder adquisitivo en el día a día de cada persona?

-La perdida de el valor de las cosas, el valor del tiempo y el valor de lo que cuesta tener lo que tenemos hace que incluso entremos en estados depresivos.

Es bastante desalentador el panorama y me hace recordar esas contadas veces que en mi infancia necesité un vestido de fiesta. Todo era un verdadero proceso, primero tenías que pensar en el diseño del vestido, luego ir a la costurera, salir a buscar la tela, ir a unas cuatro pruebas para al fin usarlo y cómo no: guardarlo con cuidado y recordarlo con amor.

-¿Ya no existe ese sentido de responsabilidad y cuidado con lo material?

-Generalmente, no. Ya a nadie le importan los procesos productivos o lo que cuesta confeccionar una prenda, mucho menos quién está detrás de esa confección. El valor se perdió desde el momento que encuentras un abrigo a $12.990 y te da lo mismo si dura 2 meses, total ni los botones pagabas con ese precio.

Como las prendas son baratas, compramos, se echan a perder y las botamos. Esos son los tres simples pasos de un sistema de compras que hemos adquirido de manera orgánica y que vivimos sin saber como hemos resistido tantos años así. Ya no cuidamos nada, no le tenemos amor a nada; ni siquiera hay un respeto a nuestro ingreso mensual.

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-¿Hay pruebas concretas de que nos hemos vuelto consumidores compulsivos?

-Según los expertos pasamos de comprar 13 prendas nuevas al año a 50 y creo que vamos en muchas más. Las facilidades que tenemos hoy en la adquisición de productos nos hacen una máquina de compradores sin tope ni limite bancario, siendo una realidad que en Chile el promedio de gasto mensual supera el 60% del ingreso que percibimos. Eso sin contar que nuestra generación compra un 80% más de ropa que nuestros padres.

La falta de la consciencia del tiempo nos va haciendo más irresponsables con nuestra economía personal y la del hogar, ya que como “la vida es ahora”, para que esperar si podemos comprarlo a 24 cuotas.

-¿Es una especie de “adicción”?

-Adicción y epidemia. Ser “fast fashion adictos”, trae bastantes problemas, pero tengo algo que contarte que de seguro ayudará a que las personas piensen y bajen el estrés: jamás podrás seguir el ritmo de todas las tendencias, productos y estilos que salen.

Las personas deben saber que siempre habrán descuentos fabulosos, nunca se terminarán los 2×1 ni las cosas a $9.990. Lo que tienen que comenzar a saber hoy, es que tienen que tener el control de esclarecer lo que quieren y diferenciarlo de lo que necesitan. Eso, además de tener muy presente cuánto puedes pagar de manera realista.

-¿No te sientes parte de ese ciclo de compras?

No. Hace un tiempo puse a prueba algunos tips que me hicieron cambiar mi manera de consumir hace más de cuatro años. Ya no siento ni la necesidad de salir como loca a comprar, tampoco de tener todo lo que veo. Además de cambiar, ordené mi economía, logré definir un estilo personal y definí un patrón de compras.

-¿Cuáles son las claves para extraer nuestras billeteras del sistema?

-No es posible extraerse completamente, todos estamos endeudados de una u otra forma. Hay deudas que van desde las casas, autos y créditos varios, pero el ítem que no debemos tener o se nos puede ir de las manos, es la deuda por compras compulsivas innecesarias.

Evalúa tus ingresos mes a mes, hay unos más pesados que otros y aparta sólo una fracción de dinero que puedes derrochar comprándote algo. Créeme, cuando llega la cuenta a fin de mes, terminas agradeciéndolo.

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-Mencionaste hacer la diferencia entre querer y necesitar algo, ¿cómo se identifica eso?

-Simple. Cuando tengas frente a ti ese abrigo que no pensabas comprar, date unos minutos. ¿Va con el closet que tengo? ¿realmente lo necesito? ¿me hacía falta? ¿es un capricho? ¿vale la pena comprarlo? ¿me lo llevo por que es barato o por que realmente lo necesito?

Con esas preguntas rápidamente podrás perderle el interés a esa prenda que mantuvo tu euforia por unos minutos.

-¿Crees que el fácil acceso a las tarjetas de crédito a influenciado este estilo de consumo?

-Totalmente. Cuando vayas de compras, olvídate de la tarjeta con ese amplio cupo que tienes, déjala en casa, organiza tu cuota de gasto, lleva contigo en efectivo, o en débito, una cantidad limitada de dinero, proponte solo gastar eso y no te pases. Si gastas menos, súmalo a tu próxima compra, así sabrás que tienes un límite puesto por ti y que debes cumplir.

-¿Hay casos caso extremos de endeudamiento por el ciclo desechable que se le está dando a lo material?

-Sí. De hecho, hay personas que no se resisten a los descuentos ni a lo nuevo que se expone en las vitrinas. En ese caso también es recomendable incluso evitar ir a los malls y dejar de perder el tiempo vitrineando por internet. Para esas personas lo aconsejable es hacer otras cosas, salir a tomar un café, compra un libro, hacer ejercicios o ver una buena película.

El objetivo es bajar la ansiedad y, en estos casos severos, las personas gastan menos porque ven menos cosas, por lo tanto quieren menos cosas y eso hace que disminuyan su endeudamiento. Tienen que recordar que las ofertas siempre están, pero antes que eso hay que cuidar su propio dinero y salud mental de culpas post shopping.

-¿Cómo se planifica una compra responsable?

-Lo primero es dejar de ocupar el tiempo libre en ir de shopping, tiene que ser un panorama, algo especial. Si has juntado tu dinero, haz la experiencia de salir al mall un plan entretenido, dale el valor a lo que significa poder comprarte algo, que no sea como pasar por la farmacia, así esperaras ese día con ansias y serás consciente de la compra con el presupuesto que tienes, responsablemente, libre de culpas ni llantos a fin de mes.

-¿Y cómo saber qué necesitamos?

-Con orden. Ordenar el closet sirve para dos cosas, la primera es saber y recordar todo lo que ya tienes en él y, la segunda, es no seguir comprándote lo mismo. Hay un bonus track… ten conciencia de que lo tienes lleno y no cabe más, entonces ¿para qué seguir comprando?

Ahora no queda otra cosa que ponernos manos a la obra.

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