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Felipe Lecannelier, doctor en Psicología y académico de la Universidad de Santiago de Chile, reflexionó junto a Paloma Ávila en Sana Mente sobre la salud mental durante la infancia.

Al respecto, sostuvo que los estudios en Chile dejan en evidencia que “necesitamos urgente volver a pensar en un mundo ideal para los niños“. “Tratamos de entender cómo es el niño chileno y llegamos a la conclusión de que tiene esto que llamamos el síndrome internalizante“.

Respecto al síndrome internalizante, explicó que el niño chileno “no es el agresivo, no es el que no para de moverse, es el que lo han retado y prohibido tanto que ya no sabe expresar lo que siente y, cada vez que siente rabia y pena, se lo guarda”.

Referencial Pixabay

“El niño ideal en Chile es una especie de autómata existencial: uno que no se mueva, no llore, no alegue, no opine”, dijo Lecannelier, quien recalcó que”nosotros somos el país de la prohibición y el castigo”.

Los adultos tenemos la idea de que el buen niño es justamente el internalizante: ‘Yo te quiero cuando estás tranquilo, cuando no alegas, no lloras, cuando no me das problemas’. Y el niño dice ‘bueno, yo quiero que tú me quieras, entonces voy a hacer como esperas que sea’”, agregó.

La educación

El académico sostuvo que, en el caso de Chile, “un niño no es un ser, es una cosa“, y aquel fenómeno se conoce como “la deshumanización de la educación“. “El niño no existe en sí mismo, es un número, una meta y un producto”, dijo.

“Es difícil ser niño en Chile, porque el colegio y la casa se parecen, y siempre estás recibiendo información que te está diciendo ‘no seas como realmente deberías ser, sé como yo quiero que tú seas‘”.

En esta línea, señaló que la educación “tiene que ser para aprender a vivir y en este mundo ultra social, aprender a vivir es aprender a vivir con los otros y con uno mismo”. “En la educación, el vínculo emocional entre los docentes y el alumno explica el 80% de la calidad de las notas, rendimiento y aprendizaje que el niño tendrá”.

La educación actual no es para, ni desde, ni por los niños. No tiene nada que ver con la infancia ni con el aprendizaje. Lo que hace es crear unas ovejitas obedientes“, cerró.

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