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La secreta obscenidad de cada día volvió a las tablas y se presentará hasta el domingo 31 de marzo, reviviendo el enfrentamiento entre Karl Marx y Sigmund Freud.

35 años han pasado desde que se presentó por primera vez en 1984. Después de eso ha dado la vuelta al mundo, siendo la obra chilena más representada en Latinoamérica y traducida a varios idiomas.

El dramaturgo y director artístico del Teatro Finis Terrae, Marco Antonio de la Parra, estuvo en la entrevista de Tomás Mosciatti en CNN Chile, donde aportó algunas definiciones sobre la obra y la política.

Marx y Freud, ¿vigentes o decadentes?

De la Parra explica que la obra es “vigente y cambiante. Aparecen otros temas. Es una obra con muchos niveles de lectura y algunos han cambiado. Es una obra que gana una dimensión bastante inquietante con el paso del tiempo“.

Tanto Marx como Freud “están en pleno proceso de relectura”. “En el siglo 20 vivieron su auge y su descomposición” y ahora “los dos se convierten en una metáfora del pensamiento crítico en crisis”.

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Una obra exhibida en tiempos de dictadura

¿Cómo fue posible que la dictadura de Augusto Pinochet permitiera la exhibición de esta obra?

“La dictadura de Pinochet tuvo una política muy rara con el teatro. Los informes decían que ‘va muy poca gente al teatro, no es necesario ponerle tanta censura’. Entonces el teatro se convirtió, por eso mismo, en un territorio de génesis de metáforas. Nuestra obra fue castigada con un 20% de impuestos por no ser cultural. Cultural era Raffaella Carrà”, responde De la Parra.

Clase gobernante y la cultura

De acuerdo al dramaturgo, “hay un desprecio universal en occidente para lo que es la enseñanza de las humanidades”. La “ficción que le pregunta a la realidad, que interroga a la realidad, es lo que muchas partes de nuestras élites no consideran importante”.

“Me pasó con mi profesor de psiquiatría. Yo le pedí libros técnicos con fármacos, diagnósticos, y me dijo, ‘no, primero conoce la humanidad’, y me tapó de libros de literatura que tenían que ver con que yo entendiera lo que era ser humano, entendiera la mente humana primero, antes de llenarla de fórmulas de números, porque o sino me convertía en lo que Comte decía ‘un veterinario de la especie humana’, como suelen ser los médicos que no han experimentado esa formación humanista“.

Sobre política

De la Parra reconoce que votó en blanco para las últimas elecciones: “Hay un vacío de discurso que me duele enormemente, que todavía no sé cómo ponerlo en imágenes, en palabras. Me duele la carencia de líderes potentes“.

A la vez, es muy crítico de “el ribete populista que empieza a asomarse bajo la descomposición de derechas e izquierdas. Yo espero que se mueva cierto sector de la derecha. Pienso en Evópoli. Que se mueva cierto sector de la izquierda; qué partes del Frente Amplio se van a parar, quién se va a levantar entre el PS y el PPD y va a sacudirse toda una cantidad de caspa que hay en el aire y que da la sensación que está dañado el discurso“.

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Burocracia cultural

Aunque valora la creación del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (“se han hecho cosas”), “también se ha ido burocratizando de una manera increíble y perturbadora”.

Yo hace mucho rato que no pido un Fondart porque no puedo llenar ese formulario, hay gente experta en llenar formularios (…) Las revoluciones se han convertido en burocracias crueles”, afirma.

La secreta obscenidad de cada día se presentará hasta el 31 de marzo en el Teatro Finis Terrae. Para más información pincha acá.

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