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Impacto e indignación ha causado en Estados Unidos el caso de una niña guatemalteca de apenas 7 años que murió deshidratada luego de ser detenida en la frontera entre México y EE.UU.

La niña iba con su padre y más de 160 inmigrantes, intentando cruzar de manera ilegal, y de acuerdo con las autoridades norteamericanas, ella no había comido ni tampoco había tomado líquidos durante varios días.

El grupo intentó llegar a EE.UU. cruzando el desierto, situación que durante esta época del año es más dura que lo habitual. La niña terminó convirtiéndose en la primera menor de edad en sufrir las consecuencias del endurecimiento de las condiciones para entrar a EE.UU. y de los riesgos que están tomando los indocumentados para llegar allá.

El gobierno apunta al padre

La secretaria de Seguridad de EE.UU., Kirstjen Nielsen, dijo: “Mi corazón está con la familia y el Departamento de Seguridad. Este es un ejemplo muy triste de los peligros de este viaje (…) Enfatizo lo peligroso de este camino cuando los inmigrantes eligen venir ilegalmente“.

Con esas palabras la secretaria Nielsen sugirió que la culpa sería del padre porque fue él quien arriesgó la vida de la niña al intentar cruzar la frontera de manera precaria.

Con el paso de las horas, sin embargo, la Casa Blanca ha ido moderando el lenguaje y mostrando un poco más de empatía.

“Es un momento triste, pero también es una muerte sin sentido, 100% evitable, si tan sólo pudiéramos unirnos y aprobar leyes de sentido común que desincentiven a la gente de querer saltar la frontera y la motiven a llegar de manera legal”, dijo el subsecretario de prensa de la Casa Blanca, Hogan Gidley.

En el último mes más de cien mil personas han sido detenidas en la frontera.

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