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Para los mayores de 30 probablemente su nombre no les diga mucho, pero los menores saben perfectamente quién es Ignacia Antonia.

A los 16 años, mientras estudiaba en el colegio Almenar del Maipo de Puente Alto, comenzó a usar redes sociales. Publicaba coreografías, videos y comentarios adolescentes que comenzaron a viralizarse con rapidez.

Su crecimiento fue tan vertiginoso que hoy, a los 21 años, tiene 10 millones de seguidores en Instagram y 30 millones en TikTok. Además, en enero recibió en Nueva York el premio a la influencer latina del año.

“Me siento muy orgullosa de todo lo que he hecho, no cualquiera con 21 años puede decir que ha logrado sus metas o sueños profesionales, pero eso es lo que he hecho y es super bonito”, cuenta a CNN Íntimo.

Su historia de éxito la ha llevado a publicar cuatro libros, crear una línea de cosméticos y radicarse en México, donde además tiene su propia agencia de talentos dedicada a los influencers.

Sin embargo, para ella este éxito tiene otro significado. “Más allá de todo lo logrado, me siento exitosa porque he tenido siempre a mi familia al lado mío. El cumplir mis sueños no significaría nada si no tuviera con quien compartir esos momentos de felicidad“.

“Me siento muy agradecida, sobre todo con mis papás, que cuando les dije que quería dedicarme a esto me apoyaron al 100% (..). Ellos han estado ahí siempre y me pone muy feliz el estar logrando todo lo que quiero de la mano de personas que me quieren tanto“, agrega.

Respecto a la responsabilidad que implica el ser una influencer, Ignacia Antonia afirma que “uno puede tener seguidores, pero eso no significa que eres influencer. (La diferencia la marcan) las buenas acciones, el guiar a los niños y a las personas a hacer buenas cosas“.

En cuanto a la influencia que tienen las redes sociales, sostiene que “hoy es Instagram, pero hace 10 años eran las revistas o las Miss Universo, etc. Siempre van a existir formas de ponernos estereotipos, pero creo que la ventaja es que hoy día podemos hablar más abiertamente de todos los cuerpos“.

Haters, sueños y el futuro

Hace seis años, en la casa de una prima, Ignacia comenzó a subir videos sin saber hasta dónde la llevaría esa actividad. “A mis papás no les gustaba, pero tampoco me lo prohibieron. No era un tema, para ellos era algo como de niñas”, cuenta.

¿Qué querías hacer cuando grande cuando salieras del colegio?
Yo quería estudiar ingeniería comercial, pero, por otro lado, siempre tuve algo en mi cabeza que me molestaba. Si estudias medicina, eres doctor, si vas a estudiar derecho, eres abogado, pero yo decía ‘sí, me gustan los números, voy a estudiar ingeniería comercial, pero después qué voy a hacer’, es decir, no sabía qué quería hacer, en qué área me iba a meter.

Te hiciste conocida y las marcas te empezaron a contactar. Tu vida cambió por completo.
Sí, pero tener Prada no significa que no siga yendo a Patronato, comprando en tiendas de Instagram o vaya al mall (…). No es como que mi vida se volvió solo comprarme en tiendas de lujo, ya que la verdad es que me compro las cosas que me gustan.

—¿Qué pasa cuando a tus seguidores no les gusta lo que publicas y empiezan a aparecer los haters?
No me importa. Me acuerdo perfecto de mi primer mal comentario, era una foto que salía con un short y polera, tenía 16 o 17 años y no lo entendía (…). Fui con mi mamá, le mostré lo que me estaban escribiendo y ella me dijo ‘soy tu mamá y si yo no te reclamo por cómo te vistes, a los demás qué les importa y a ti qué te importa lo que diga el resto’.

Frente a estos malos comentarios, la influencer reconoce el importante rol que tuvieron su madre y padre. “Agradezco mucho que estuvieran mis papás ahí porque tan chica con redes sociales, haters y fans, siento que podría haber sido algo que me hubiera destruido“.

En redes sociales hay mala onda y odio, ¿cómo te proteges de eso?
Con mi familia (…). Cada uno tiene que buscar su método de escape y yo soy super creyente, creo mucho en Dios y siento que de una forma también me refugio mucho en eso, en orar y en mi familia. El hablar con mis papás cuando me he sentido mal me ha ayudado mucho o el orar cuando estoy en situaciones donde no sé como salir de eso también.

“Yo encuentro mi paz mental de esa forma y si alguno la encuentra con un psicólogo también está bien. Siento que todos debemos tener ese método de escape. No para todos es el mismo, pero todos debemos saber cómo cuidar nuestra salud mental porque las redes pueden dañarte mucho si no sabes manejarlo“, reflexiona.

¿Cómo ves el futuro?
Siento que voy a seguir haciendo esto hasta que se pueda. Creo que las redes sociales son super momentáneas y que gracias al trabajo que he hecho he podido mantenerlo por varios años y espero mantenerlo varios más, pero por lo mismo pensando en el futuro hice una agencia de talentos porque con todo lo que he pasado, hecho y conocido creo que puedo ayudar a otra generación de influencers a que cumplan sus sueños como yo.

La joven narra que en un el futuro también le gustaría estudiar ingeniería comercial. “Ahora ya sé qué haría con ese título. Al tener una agencia creo que el tener título universitario me ayudaría mucho o para cualquier otra cosa que se me ocurra porque siempre digo que, si me preguntan cómo me veo en 10 años, no tengo idea, pero espero estar haciendo cosas que me gusten“.

¿Cuál ha sido la clave del éxito en tu caso?
Creo que una cosa es que yo soy muy apegada a mi familia y siempre muestro eso, que hay que ser agradecido con los papás, que la familia es importante, que cuiden a sus abuelos, hermanos. La gente que piensa como yo se ha identificado con ese mensaje: siempre cumple tus sueños, busca hacer lo que quieras, pero eso no va a valer de nada si no tienes al lado personas que te quieren y los que más te quieren siempre van a ser tu familia. Creo que eso me ha diferenciado un poco del resto.

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